Sucedio en Jalisco o Los Cristeros. De cine, de cultura y aspectos del México de 1924 a 1928. Cine y sociedad en México, 1896-1930, Vol. III. Aurelio de los Reyes. Ciudad de México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2013.

Luciano Ramírez Hurtado1

Preámbulo

Cabe señalar, de entrada, que se trata aquí de una trilogía. Ya antes Aurelio de los Reyes ha escrito dos volúmenes de la serie Cine y sociedad en México, 1896-1930. En el volumen I, con el subtítulo Vivir de sueños, abarca el periodo 1896-1920. Fue publicado en 1981 y reeditado en coedición con la Cineteca Nacional en 1983 –esto es, hace poco más de tres décadas– por el Instituto de Investigaciones Estéticas de la UNAM; en él nos narra la llegada del cine a nuestro país y el proceso de la actividad cinematográfica en las postrimerías del Porfiriato; desarrolla ampliamente el tema del cine documental de la revolución en la década de la lucha armada, hasta llegar al cine de argumento con la filmación de El automóvil gris del cineasta Enrique Rosas.

Luego publicó el volumen II, Bajo el cielo de México, que habla de la producción cinematográfica en el periodo 1920-1924, durante el cuatrienio del gobierno del general Álvaro Obregón, en el que centra su atención, por un lado, en el cine documental educativo patrocinado por el Estado y, por el otro, en las películas de argumento producidas por la iniciativa privada. Vio la luz hace poco más de dos décadas, en 1993, también editado por la UNAM-IIE.

Y ahora el volumen III, Sucedió en Jalisco o los Cristeros, 1926-1930, otro voluminoso trabajo de 583 páginas, que ahora reseño. Este libro –al igual que los anteriores– es una importante aportación al conocimiento histórico. En el planteamiento de la trilogía, se propone una hipótesis central: el cine influye y penetra necesariamente en la sociedad y la sociedad influye recíprocamente en el cine; es un ir y venir, es un viaje de ida y vuelta. Así de sencillo, en apariencia; pero en realidad con implicaciones muy complejas.

Sin ataduras ni pretextos

El autor no tiene ataduras de tipo teórico o conceptual. Tampoco se adhiere a ninguna corriente historiográfica. Las conoce todas, por supuesto, pero él se mueve con amplia independencia y libertad de acción. Se identifica plenamente con el pensamiento de Mariano Azuela, quien escribió:

Me interesan los hombres que comprenden y los admiro con entusiasmo y fervor, porque son los que más me han enseñado. Los sabios que sólo saben, me son totalmente indiferentes. … escribo lo que pienso y lo que siento, sin preocuparme porque mis opiniones coincidan o difieran de las comúnmente aceptadas. La lealtad y la honradez consisten, en un escritor, en dar su visión propia con valor y sinceridad.2

No obstante carecer de ataduras epistemológicas, Aurelio de los Reyes hace explícita su metodología, necesariamente empleada en los tres tomos de la serie, en que se ha visto precisado a:

… explicarme las películas, su existencia y su contenido a partir de su contexto histórico, de su esbozo de argumento, si lo hay; de la crítica, de los anuncios de exhibición, de las gacetillas, de la información periodística, de los documentos conservados en los archivos. Esta metodología me llevó nuevamente por los vericuetos de la sociedad y de la historia, o de la historia y de la sociedad a partir de la cotidianidad, porque ésta, repito, es un discurso inherente a la imagen cinematográfica, todo ello sin dejar de ser historia del cine en su amplitud y complejidad… el cine no prescinde de su capacidad de documentar la vida diaria, sobre todo la de aquellos años veinte; pese a tener la conciencia de ser un artificio, el cine continuaba y continúa siendo una construcción a partir de la cotidianidad, desde sus orígenes hasta nuestros días.3

El libro está construido a partir de una amplia gama de fuentes biblio-hemerográficas, documentales y filmográficas –fotogramas incluidos–. Decenas de libros sobre el tema del cine –y, en este caso, de la literatura cristera también–, sus especificidades y aspectos particulares, de autores extranjeros y mexicanos, nos confirman que es en México la máxima autoridad en la materia.

Fue él quien abrió nuevas brechas de investigación, pues logró penetrar –valiéndose de una lente de gran amplitud– en aspectos poco vistos hasta entonces, relacionados con la producción, la distribución y el consumo de películas; con su poderoso faro va recorriendo complejos vericuetos, repara en la cotidianidad, en las costumbres y en la mentalidad, particularmente de los habitantes de la capital de la República.

Las publicaciones periódicas fueron las más socorridas. Revisó puntualmente y con sumo cuidado el día a día de la prensa. Es impresionante la riqueza de información que en ella encontró, misma que tuvo que seleccionar y luego cotejar con otras fuentes de información, para de allí sacar sus deducciones de carácter histórico y así llegar a ciertas conclusiones.

Esto último, la consulta de la prensa diaria escrita de la época, marcó definitivamente el rumbo de su investigación. La prensa, como sabemos, nunca es imparcial ni objetiva; tiene sus sesgos. Pero el autor supo calibrar y “verla con pincitas”, pues advirtió la tendencia ideológico-política de cada una de las empresas periodísticas en función de lo que acontecía en México en aquel entonces, en torno a la problemática político-social y religiosa, sobre todo en su postura respecto al conflicto entre la Iglesia católica y el Estado, en la segunda mitad de la década, esto es, cuando Plutarco Elías Calles estuvo al frente del poder ejecutivo federal. Es consciente de sus riesgos cuando dice que “En su mayor parte la investigación se nutrió de la prensa”, y ésta “manipula los sentimientos de la gente”; advierte que no glosa los reportajes, sino que los respeta y deja “hablar” a la prensa, con sus “emociones” y “expresividad del lenguaje”.

Un aparente problema para historiar el cine de la época es que las películas han desaparecido casi en su totalidad. Pero el autor nos aclara que la ausencia de los filmes no es un obstáculo insalvable para su estudio, ya que se puede recurrir a fuentes alternas, no menos valiosas.

El cine es mucho más que películas, y son igualmente valiosos para la historia los argumentos, los proyectos; es decir, lo que no se hizo pero se pensó realizar. Por eso no hay que desdeñar los esbozos, pues son una valiosa fuente documental, susceptible de ser analizada, por su significación histórica y social. Una película admite muchas lecturas y varias interpretaciones, y Aurelio las observa con la mirada y con las herramientas del historiador del cine.

Contenido

Este libro es mucho más que una simple historia del cine en México en el periodo en el que gobernó el país Plutarco Elías Calles. De allí el subtítulo en interiores: De cine, de cultura y aspectos del México de 1924 a 1928. Aurelio de los Reyes es enemigo de los encasillamientos; para él todo es historia –en eso coincide con los grandes historiadores Luis González y Henry I. Marrou– y todo puede estar correlacionado en un marco histórico determinado. Por eso encontramos en este trabajo rasgos de historia de las relaciones Iglesia católica-Estado mexicano, de historia política, de historia del espionaje, de historia cultural, de historia de la prensa, de historia del arte, de historia de la crítica, de historia literaria, de historia del sindicalismo, de historia de las diversiones públicas (teatro, danza), de historia feminista, de historia de la vida cotidiana, de historia biográfica (actores, directores, productores), de historia del nacionalismo mexicano, de historia de la educación y de la enseñanza del arte (fotografía, pintura, música, etc.), de historia de la censura, de historia de los arquetipos y de los símbolos nacionales.

Parte importante en el libro es la de historia de las relaciones internacionales, diplomáticas, culturales, económicas y, desde luego, cinematográficas de México con Alemania, Francia, Unión Soviética y Estados Unidos.

Todo está imbricado, de una u otra manera, con el cine nacional e internacional de la época; no pocas películas y/o argumentos no filmados, por cierto, aludían al conflicto Iglesia-Estado de aquellos años; mediante ellos se esperaba un milagro: que se convirtiese al catolicismo el “protestante”, el “bolchevique”, el “hereje” presidente Calles y de esa manera fuera superado satisfactoriamente el problema religioso y la desarticulación familiar.4

Por supuesto, las relaciones entre el Estado mexicano y la Iglesia Católica (dígase alta jerarquía eclesiástica, bajo clero, asociaciones religiosas y de laicos, así como delegados apostólicos enviados por el Vaticano) ocupan un lugar central en esta investigación. El capítulo “En Los Altos de Jalisco”, el autor desarrolla ampliamente el tema de la fotografía cristera, a la que recurrieron tanto los alzados como el gobierno, como fuente testimonial. La prensa ultraconservadora, desde luego, es un actor fundamental como portador de las ideas de los creyentes. A Aurelio de los Reyes no le pasó desapercibido que en realidad se trató de dos fanatismos enfrentados y de mutua incomprensión: por un lado el del gobierno anticlerical encabezado por Calles y su apego irrestricto a los artículos 3, 27 y 130 de la Constitución; y por otro, el de la fe de los creyentes, en una época de crisis y tensiones ideológicas y político-sociales. De allí que el cine significase, para la población, una válvula de escape a dichas tensiones.

Sus ya muchos trabajos son referencia obligada para los estudiosos de estos temas. Él abrió brecha, hace más de 40 años, a aspectos poco vistos por los historiadores. Hoy en día no hay ciudad importante de México que carezca de investigaciones sobre la historia del cine en su localidad. Este libro, aunado a los anteriores, lo posiciona como la máxima autoridad de los historiadores del cine mudo en México.


1. Doctor en historia del arte por la UNAM; profesor-investigador de tiempo completo en el Departamento de Historia del Centro de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de Aguascalientes.

2. En Aurelio de los Reyes, Sucedió en Jalisco o los cristeros. De cine, de cultura y aspectos del México de 1924 a 1928. Cine y sociedad en México, 1896-1930, vol. III, Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Estéticas/Instituto Nacional de Antropología e Historia-Seminario de Cultura Mexicana, México, 2013, p. 1.

3. Ibid., p. 12.

4. Ibid., pp. 385-393.