Identidades indígenas en Quintana
Roo. Una mirada a sus configuraciones en universidades con enfoque
intercultural
Indigenous
Identities in Quintana Roo: Configurations in Intercultural University Contexts
Luis Ernesto Solano Becerril
RESUMEN
En este artículo se intenta mostrar los diferentes
elementos que utilizan los estudiantes para configurar su identidad indígena o
mestiza. La investigación se lleva a cabo en instituciones de educación
superior con enfoque intercultural en el estado de Quintana Roo como parte del
trabajo de tesis doctoral. Primeramente, se discutirá la metodología oficial
que identifica la identidad indígena bajo características específicas y
generales para, posteriormente, dar a conocer las formas en que se expresa en
la vida cotidiana como resultado de un proceso más complejo y hasta estratégico
por parte de los estudiantes.
ABSTRACT
This
article explores the different components that students draw upon to configure
their indigenous or mestizo identities. Based on doctoral research carried out
in universities with an intercultural orientation in the state of Quintana Roo,
it begins with a discussion of official methodologies that classify indigenous
identity according to certain external characteristics; it then goes on to show
the different ways in which indigenous identity is expressed in students’
everyday life as a result of more complex and even strategic processes.
PALABRAS CLAVES
Identidad, interculturalidad,
procesos identitarios, identidad intercultural.
KEYWORDS
Identity, interculturality, identity processes, intercultural
identity.
Introducción
En México la educación intercultural se
crea oficialmente en 2001 con la fundación de la Coordinación General de
Educación Intercultural Bilingüe (CGEIB) que depende directamente de la
Secretaría de Educación Pública (Olivera Rodríguez, 2014). A partir de este
decreto se empiezan a generar escuelas con enfoque intercultural y, a pesar de
que los estudiantes indígenas asisten a todas las modalidades y niveles, la
educación intercultural bilingüe se ofrece sólo en las escuelas indígenas, en
los niveles preescolar y primaria (Mendoza, 2017). La educación superior,
aunque no es obligatoria, no es la excepción en implementar el enfoque, cuyo
origen no parte de la autonomía de los pueblos originarios sino de la relación
dialógica y armónica entre indígenas y no indígenas (Mateos y Dietz, 2016) y
supone la interculturalización del currículo oficial a través de aprendizajes
significativos situados en el reconocimiento de prácticas, conocimientos y
saberes de los pueblos indígenas para, a partir de éstos, mirar lo universal
(López, citado en Mendoza, 2017: 55).
La educación
intercultural se impulsa como la forma más acorde con un mundo que está en
diálogo entre culturas distintas. Con ella se podría disminuir la desigualdad e
influir en la trasformación de las relaciones interétnicas mediante el
desarrollo de una educación más justa y menos discriminatoria, que pueda
atender las demandas educativas de la población indígena que no haya tenido
acceso a la educación y, al mismo tiempo, proteger a las culturas indígenas de
una eventual pérdida de identidad (Rebolledo, 2005). Pero cabe preguntarse,
¿qué es la identidad indígena que se trata de proteger, preservar y fomentar?
¿Cómo son expresadas por los estudiantes de estas instituciones? Para ello
necesitamos saber cómo se define la identidad, debido a que su fortalecimiento,
promoción y desarrollo son objetivos a cumplir en esta modalidad educativa
implementada por el Centro de Estudios Interculturales (Cenei) de la
Universidad de Quinata Roo (UQRoo) y la Universidad Intercultural Maya de
Quintana Roo (UIMQRoo). Sin comprender cómo se forma la identidad indígena, el
sistema intercultural podría presentar inconsistencias, por lo que éste debe de
ser su punto de partida y es el objetivo de este artículo.
Identidad
étnica, ¿se puede medir?
Este término es sumamente importante
pues, al hablar de interculturalidad, se está hablando de una relación entre
varias culturas e identidades, por lo que es necesario definirlo teóricamente
para luego analizarlo en un contexto real. La identidad étnica es un concepto
clave para entender significados, interacciones, culturas, cosmovisiones, etc.,
y también indica el sentimiento de pertenencia o afinidad a un grupo humano.
Este término es capaz de reconocer el lugar que el grupo juega en la historia,
la función e importancia del lenguaje, la construcción de subjetividad, los
discursos posicionados en un espacio y tiempo particulares con base en la
diferencia (Hall, 2014: 342). Es necesario comprender que la identidad étnica
se constituye a partir de un proceso de contrastación, pero sobre todo de
confrontación con el otro, razón por la cual no se puede analizar
independientemente de las relaciones intra e interétnicas, porque esos son los
espacios de interacción temporal donde se mantiene, se actualiza y se renueva
(Bari, 2002: 156).
Con estas ideas como
base, se han desarrollado diferentes métodos que nos puedan dar indicadores
para definir la identidad étnica. En Europa se ha desarrollado el ethnosizer, cuyo objetivo es medir la
intensidad de la pertenencia y conocer qué tan asimilados, integrados,
marginados o separados están los individuos y grupos respecto de la cultura
mayoritaria a través de datos como el lenguaje, la cultura, las interacciones
sociales, la historia de migración y la autoidentificación. Este instrumento ha
servido como sustento para perfeccionar, desarrollar y aplicar más modelos de
medición en ese contexto (Epstein y Heizler, 2015). En ejercicios previos
también se intentó mediante un cuestionario en que los componentes eran más
complejos: lenguaje, amistad, funcionalidad del grupo, tradiciones,
autorreconocimiento, afectividad y moralidad, entre otros (Espín et al., 1998). Cabe recordar que las
relaciones interétnicas en Europa están orientadas a integrar o asimilar a las
poblaciones inmigrantes de otras regiones.
En América Latina el
enfoque utilizado está orientado a las relaciones con poblaciones originarias y
esto representa un cambio importante en la forma de identificar los distintos
grupos étnicos, ya que de por medio está la generación de políticas públicas y
la designación de recursos económicos. La discusión parece ser más amplia y se
han generado indicadores estructurales, de procesos y de resultados que, a la
vez, se subdividen en elementos territoriales, patrimonio cultural colectivo,
organización social, identidad colectiva y de género, modelos de autonomía o
autogobierno, entre otros más (UNAM, 2008). Así, cada país tiene su propia
forma de identificar las identidades étnicas; Bolivia es el país en el que
habita mayor población originaria (62.2%), seguido por Guatemala (41%), Perú
(24%) y México (15%), mientras que el agregado en Centro y Suramérica es de 826
pueblos indígenas (Cepal, 2014), pero para el tema que se trata pondremos
especial atención en México.
Metodología oficial mexicana para definir
la identidad étnica
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), la identidad étnica de una
persona tiene un carácter dinámico que se modifica y se redefine en el curso de
la vida de un individuo, ya sea por migración, estrato social, cambio de
entorno o el periodo histórico (INEGI,
s/f). En el último censo de población realizado en 2010, la población
perteneciente a pueblos originarios se identificó con base en dos criterios: a) que la persona hablara alguna lengua
indígena a partir de los 3 años y b)
que la persona se autoadscribiera debido a sus propias concepciones. Dicha
metodología se conservó casi íntegra para la encuesta intercensal hecha cinco
años después, pero hay un cambio drástico en los resultados, pues mientras que
en 2010 se contabilizaba como tal 14.9% de la población, en 2015 disminuyó a
6.5% (INEGI, 2010a; 2015),
reflejando una caída brusca de 8.4%, pero sin indicar las posibles causas.
Los criterios de lengua
y autoadscripción no parecen ser la mejor opción para definir el origen étnico,
ya que el supuesto de que alguien que hable lengua indígena sea por definición
un indígena es falseable, pues existen casos de personas que hablan alguna
lengua y no pertenecen a una etnia y a la inversa; como ejemplo, están las
400 000 personas que son hablantes de lengua indígena y no se consideran
indígenas (Gutiérrez y Valdés, 2015: 58). Un ejemplo de ello es la Encuesta
Nacional de Indígenas, en la que se pregunta sobre el tipo de indicadores, los
que enmarcan esta identidad étnica, y cuyos resultados obtenidos por porcentaje
aprobatorio son:
El espacio geográfico es una variable
que casi no se toma en cuenta pero que tiene influencia. Si bien la mayoría de
pueblos originarios radica en contextos rurales, la identidad étnica indígena
en la ciudad prácticamente está escondida, negada o se usa a conveniencia
(Bravo, 1993) y tiende a debilitarse porque no hay lugares para su ejercicio,
lo que no permitiría entonces observar o tomarlos en cuenta en las estadísticas
oficiales. Es muy posible suponer la coexistencia de indígenas con quienes no
lo son, incluso los padres pudieran identificarse sin que los hijos reproduzcan
sus pautas culturales ni se asuman como tales, por lo que es necesario empezar
a tomar en cuenta más aspectos para su definición, como la relación de
parentesco, la conformación de las familias, el tipo de localidad de
residencia, entre otros (Hernández y Chávez, 2007), como se pudo observar en la
tabla anterior.
Aunado a esta
complejidad, la identidad no sólo puede ser numérica o la suma de diversos
indicadores: también contiene una dimensión cualitativa que se forma, se
mantiene y se manifiesta en y por los procesos de interacción y comunicación
social (Habermas, citado en Giménez, 2007: 23), información que es difícil
recuperar en cuestionarios y estadísticas oficiales. En comparación con la
identidad indígena, no hay indicadores claros que puedan definir la identidad
mestiza; por lo general, no se le considera como una etnia debido a que tiene
un proceso más avanzado de homogeneización, aunque guarda sus particularidades
y diferencias de cultura conocidas como culturas regionales (sur, centro y
norte) y es el grupo étnico mayoritario, dominante en todos los órdenes y a tal
grado que se le identifica como nación misma, por lo cual no se cuestiona su
pertenencia étnica pues, al ser mayoría, se le considera como lo normal (Durán,
2005: 97).
Podemos
ver que la identidad étnica es difícil de definir por las distintas variables
que están interrelacionadas y porque está en función del tipo de relaciones
sociales que establecen las personas y los contextos en que se desenvuelven y
en los que tratan de integrarse de alguna forma (Bravo, 1993). El análisis del
tema es relevante, ya que la identidad indígena es un tópico que está presente
en temas de interculturalidad en México y, específicamente, en el ámbito
educativo que utiliza esta modalidad, pues el contacto e intercambio entre
culturas distintas es algo que se desea.
Elementos que conforman la
identidad en estudiantes de universidades de Quintana Roo
En la investigación empírica se deseó conocer la forma en que
las culturas entran en contacto por medio de las identidades y cómo se
enriquecen unas a otras. Para ello se diseñó una metodología cualitativa, pues
nos interesa recuperar las subjetividades, voces y experiencias de quienes
viven la interculturalidad, lo cual los cuestionarios no alcanzan a visualizar.
Se utilizaron como técnicas principales la entrevista estructurada y los grupos
focales aplicados a estudiantes.
En la UQRoo existen estudiantes con
identidad indígena en todas las licenciaturas impartidas, pero el enfoque
intercultural no está aplicado a toda la institución, únicamente en el Cenei,
que para 2015 tenía 838 alumnos de origen indígena, de los cuales 825 eran
mayas y los 13 restantes fueron identificados como mestizos, mixteco, totonaco,
zapoteco, kanjobal, chol y tsotsil (Cenei, 2016).
En el desarrollo
teórico era relativamente clara la forma de identificar a los estudiantes que
pertenecían a culturas originarias, específicamente la maya, basándose en
indicadores oficiales que catalogan bajo características de lengua,
autoadscripción o, en ocasiones, ciertos usos y costumbre; sin embargo, esta
tarea en particular fue más complicada en el ámbito urbano de Quintana Roo, ya
que no hubo objetos culturales expresados a simple vista, como la ropa, ni
tampoco el uso de la lengua materna en el espacio público diario.
Se pudo visualizar que
la identidad indígena es ocultada y negada en la universidad y en la ciudad (o
es ejercida en espacios muy específicos), debido a la historia de
deslegitimación de la cultura maya:
Dentro del contexto de Quintana Roo
esto se hace visible en la interacción cotidiana, en donde hablar maya es un
elemento para mostrar la identidad pero, al mismo tiempo, para ser considerado
un “mayita”, que es un término específico para referirse a toda la población de
origen indígena de forma despectiva y se les considera ignorantes y tontos, y
automáticamente son catalogados como inferiores. Por esto, los jóvenes dejan de
hablar su lengua, como una forma de autodefensa y así evitar evidenciarse,
empiezan a querer transitar de ser una persona de localidad rural a una de
ciudad, negando sus orígenes étnicos. En este proceso las escuelas tienen su
papel aunque sea de forma no intencional, pues a partir de secundaria los
jóvenes tienen que salir a las ciudades a estudiar, y es en estos espacios
públicos donde se empieza a abandonar lo maya (Chi Canul, 2010).
Esta práctica de negación ya ha sido
visibilizada con anterioridad y pareciera que es la más común en la ciudad, debido
a que lo indígena no se identifica con la modernidad, y se vuelve objeto de
diversas agresiones de tipo cultural e ideológico, y como estrategia de defensa
se deja de ser indígena para dejar de ser agredido (Bravo, 1993). Todo este
conjunto de acciones genera una dinámica de exclusión social en general y tiene
sus reflejos dentro del sistema educativo, en donde los estudiantes también
ocultan su cultura y su identidad originaria.
Con estas dificultades, se diseñó
una muestra no representativa –pues nunca se tuvo certeza de las identidades
expresadas en el espacio público– y que estuvo formada por dos grupos de ocho
estudiantes voluntarios. Un primer conjunto que participa continuamente en
todas las actividades y que fue recomendado por los académicos del Cenei y un
segundo que está inscrito en asesorías de lengua maya del mismo centro. Con
base en los datos obtenidos, se pudo construir una tipología de la identidad
indígena que es conformada por la autoadscripción, el arraigo a la localidad,
ancestralidad, el lugar de origen y la lengua. Uno de los descubrimientos más
importantes es el hecho de que no necesariamente al ser indígena se tiene una
afinidad con la cultura originaria, lo que genera una ruptura entre una y otra
categoría, lo que se ilustra a continuación:
Tabla
1. Elementos que configuran la identidad en estudiantes de la Universidad de
Quintana Roo