Vida cotidiana
familiar: una mirada desde la infancia en situación de pobreza
Everyday Family Life:
A View from Childhood in Conditions of Poverty
Karla Ramos Cortés [1]
Jadira Nataly Xochicale Vidal[2]
Lizbeth García Luna[3]
RESUMEN
Estudio de enfoque cualitativo realizado en
Ecatepec, México. Tuvo por objetivo abordar la realidad de la vida cotidiana
familiar de las niñas y de los niños que viven en situación de pobreza, sus
características e implicaciones. La recolección de datos se llevó a cabo en un
grupo que cursa el tercer año de primaria, de febrero a mayo de 2017. Las
técnicas que se utilizaron fueron la observación participante, entrevista no
estructurada-no dirigida y grupo focal. El
análisis de datos se realizó a partir de categorías bajo un diseño de
investigación fenomenológico. Los hallazgos muestran que la vida cotidiana
familiar está principalmente
caracterizada por la violencia, y que se influye mutuamente tanto por el
contexto comunitario como por el escolar.
ABSTRACT
This article presents a qualitative
study carried out in Ecatepec, Mexico, whose objective is to study the
realities of everyday family life of children who live in situations of
poverty, along with their characteristics and implications. The data was
gathered from a group of third-grade elementary school children between
February and May of 2017, employing the techniques of participant-observation,
non-structured undirected interviews, and focus groups; the data was analyzed using categories derived from
phenomenological research design. Its findings show that family life is mainly
characterized by violence, a situation that reciprocally influences community
and academic contexts.
PALABRAS
CLAVES
Infancia, vida cotidiana, pobreza, realidad, violencia.
KEYWORDS
Childhood, everyday life,
poverty, reality, violence.
Introducción
La infancia, como etapa
crucial en el desarrollo de toda persona, debe ser comprendida desde los
diversos actores, estratos sociales, interacciones, dimensiones y enfoques que
la componen, no como un todo homogéneo sino como una etapa en la cual la
diversidad de realidades se acentúa más. Estudiarla nos permite conocer la
situación en que las niñas y los niños se encuentran en determinados contextos
sociales y culturales.
Es así que resulta
necesario conocer la manera en que comprenden su entorno, los aspectos que
involucran su vida cotidiana, la manera en que construyen su ser; hacerlo,
además, desde la situación de vulnerabilidad de quienes viven en situación de
pobreza, permite dar cuenta de los procesos que están inmersos pues es
innegable que tanto la infancia como la pobreza determinan la manera en que una
persona construye su modo de vivir. En algunos estudios realizados, se ha
expuesto la compleja situación en la que viven las niñas y los niños días con
día: la divergencia entre su pensamiento y el de los adultos con quienes
comparten un espacio, tiempo y relaciones deja ver la necesidad de escucharlos
para construirles otra realidad (Concha, 2009), la estrecha y profunda relación de éstos con la
cultura a la que pertenecen desde la que internalizan formas de pensamiento
particulares pero, también, la apropiación de elementos diferentes que provienen
de otros contextos y cómo es que los van asumiendo (Pérez, 2005), el desarrollo
cognoscitivo diferenciado en niñas y niños que viven en situación de desventaja
socio-económica siendo un aspecto positivo su inteligencia social, mientras que
se muestran vulnerables en la toma de perspectiva cognoscitiva considerando que
el medio social –educativo, familiar y general–, que está caracterizado por el
hacinamiento y la marginalidad, pone en duda la calidad de la interacción del niño
(Abello y Kolestrein, 2002), al igual que se destaca la singularidad en la
percepción de su realidad de la vida cotidiana la cual está basada en la
satisfacción de necesidades básicas, en el afecto –sobre todo de la madre– y la
importancia de la familia, en la influencia de su medio físico, en la
relevancia de sus habilidades sociales y en estereotipos marcados (Amar,
Angarita y Cabrera, 2003; Cabrera y Angarita, 1999).
En
ese sentido, adentrarnos en la vida cotidiana de las niñas y de los niños y
desenmarañar todo aquello que la involucra representa uno de los múltiples
acercamientos para comprender la infancia en situación de pobreza.
La
vida cotidiana, como parte del mundo social, constituye un lugar común donde se
gesta una pluralidad de símbolos e interacciones dentro de un marco cultural
–espacio y tiempo determinado–, en donde confluyen las prácticas y las
estructuras que crean, reproducen y transforman las personas (Lindón, 2000). De
esta manera, la vida cotidiana está compuesta de dimensiones como la familia, el
trabajo, el espacio físico, el consumo, el transporte, la educación, entre
muchos otros. Abordarla nos permite estudiar el lugar donde se concretan y
evidencian diversas situaciones que la implican, como las decisiones políticas,
las fluctuaciones económicas, los cambios religiosos, las revoluciones, las
creencias, los mitos (Collado, 2002).
En
la infancia, la construcción de la realidad se realiza, de manera más
trascendental, a través de la socialización;
es decir, a través de un proceso de aprendizaje donde las niñas y los niños se
van apropiando de aquello que les rodea. Es así que la realidad de la vida cotidiana se desarrolla a partir del
conocimiento que se adquiere con base en la interacción y en la comunicación
con los otros, en lo que el lenguaje es parte fundamental para la comprensión,
la conceptualización y la comunicación de su cultura.
Por
lo tanto, la infancia debe considerarse como una etapa crucial en la que las
niñas y los niños deben vivir seguros ante las situaciones de invisibilización,
discriminación y violencia, pues el contexto cultural incide en las primeras
interacciones sociales que fomentan las competencias cognoscitivas (Papalia,
Wendkos y Duskin, 2009) y asegura su bienestar.
Dada
la influencia del contexto en la vida de las niñas y los niños es que la
pobreza, como realidad, cobra importancia. En América Latina, el tema de
pobreza ha tenido un impacto significativo, tanto en lo político como lo
social, por lo que no sólo implica dimensiones en términos demográficos sino la
carga de temores sociales que se ven reflejados en su población (Barba, 2009).
Es importante considerar que la pobreza es calificada como la enfermedad más
mortal del mundo, debido a la falta de recursos económicos y sociales de la
gente que se encuentra en esta condición (Organización Mundial de la Salud,
2009). Las niñas y los niños que se encuentran en situación de pobreza están
expuestos a una privación múltiple que comprende lo material, lo espiritual y
lo emocional, lo cual se considera necesario para sobrevivir, desarrollarse y
prosperar; en este sentido, tal situación
no les permite el disfrute pleno de sus derechos, ni alcanzar su máximo
potencial, como tampoco ser partícipes de la sociedad en un ambiente de
igualdad (UNICEF, 2005).
Por
su parte, la situación económica en México se torna cada vez más difícil, sobre
todo para ciertos sectores de la población. En 2014, había 55.3 millones de
personas (46.2%) en situación de pobreza, es decir, 2 millones más que en 2012.
Ahora bien, las personas menores a los 18 años representan 53.9% en situación
de pobreza moderada (42.3%) y extrema (11.5%), y son el sector más vulnerable
(Coneval y UNICEF-México, 2014).
Se ha identificado que pertenecer a un sector en pobreza tiene un gran impacto
en el desarrollo personal y académico en los primeros años de vida de una
persona. Asimismo, la percepción y la forma de vida se ven influenciadas y
modificadas por las condiciones que del factor socioeconómico se derivan.
Dado lo anterior, y merced a los insuficientes estudios
sobre el tema, se torna importante y necesario realizar investigaciones en
México que den cuenta de la manera en que las niñas y los niños construyen su
realidad cotidiana para, en el mejor de los casos, visibilizar a un sector de
la población que, si bien es considerado en convenciones internacionales y en
gran parte de las políticas públicas del país, necesita ser escuchando a partir
de sus propias voces y experiencias. Esto considerando, además, la posición de
vulnerabilidad en que los podría estar colocando la situación de pobreza a la
que se enfrentan todos los días, misma que impide el disfrute de sus derechos
así como su participación plena en la sociedad, y que incide en la forma en que
construyen sus modos de relacionarse, de sortear situaciones familiares,
comunitarias y personales, lo que a su vez podría influir en decisiones futuras
cruciales, como su proyecto de vida.
Muchos son los fenómenos propios de la
vida cotidiana de personas y de comunidades que ni siquiera son percibidos como
interesantes, y mucho menos son tomados en cuenta como potenciales asuntos de
interés indagatorio. Por ello, el estudiar la construcción de la realidad de
los niños y de las niñas resulta importante para conocer y reconocer la
influencia que en ellos tiene su medio y el contexto social en el que se
encuentran, en su percepción del medio y de sí mismos. Escuchar las voces del
silencio puede darnos conocimientos para conocer las áreas de intervención que
podrían ser atendidas en posteriores investigaciones. La reflexión sobre las
actividades de los seres humanos en el medio en el que se desenvuelven y por
las cuales crece su experiencia y penetran en aquellas características que no
se muestran de forma aparente nos permitirá reconocer como no ordinario lo que
no lo es, pero que aparenta ser evidente (Villegas y González, 2011).
Así, compartimos que la investigación social nos enfrenta
a realidades de las cuales queremos y debemos dar cuenta, y a las que queremos
aprehender, explicar, comunicar, visibilizar y, en el mejor de los casos,
transformar (Fletes, 2006).
Método
Esta investigación se llevó a
cabo en un contexto en condiciones de pobreza en el Estado de México, bajo la
metodología cualitativa (Villegas y González, 2011), con el objetivo de abordar
la realidad de la vida cotidiana familiar de las niñas y de los niños que viven
en situación de pobreza, en tanto sus características e implicaciones. Esto considerando que la dimensión
familiar es el contexto principal y
fundamental en su día a día, desde el cual se pueden dilucidar sus procesos de
aprendizaje, los recursos de los que se valen para hacerle frente a diversas
situaciones, de qué manera influye la condición socioeconómica en su
desarrollo, la influencia de determinadas personas, entre otros.
El
estudio se realizó desde la mirada fenomenológica, pues este diseño hace
hincapié en las experiencias subjetivas de las personas, contemplando sus
ideas, sus vivencias y sus sentimientos. Esto desde la perspectiva interna de
cada ser humano que las experimenta (Aldana y García, 2011).
Se
trabajó con un grupo de 29 niñas y niños que cursaban el tercer grado de una
escuela primaria ubicada en la Av. Río de las Américas, de la comunidad de La
Presa, en Santa María Tulpetlac, municipio de Ecatepec.
Escenario
La elección de realizarlo en Ecatepec de Morelos se dio considerando el
hecho de que es uno de los tres municipios del Estado de México que cuentan con
mayor número de personas en situación de pobreza (Coneval, 2011).
Conforme al último Censo de Población y Vivienda (2010),
Ecatepec de Morelos tiene una población total de 1 656 107 habitantes, lo que
la ubica como la demarcación con mayor concentración poblacional, no sólo a
nivel estatal sino también nacional, superada únicamente por la delegación
Iztapalapa, en la Ciudad de México. Así, Ecatepec de Morelos representa 10.91%
de la población del Estado de México, misma que se divide de la siguiente
manera:
POBLACIÓN TOTAL
(2010) |
1 656 107 |
HOMBRES |
806 443 (48.70%) |
MUJERES |
849 664 (51.30%) |
Dicha población esta mayormente representada
por jóvenes de entre 15 y 24 años de edad, seguida de la población infantil de
entre 5 y 9 años (Sistema Municipal de Información Estadística y Geografía,
2013).
De acuerdo con el Coneval, Ecatepec de
Morelos es uno de los tres municipios del Estado de México con mayor número de
personas en situación de pobreza (Sistema Municipal de Información Estadística
y Geografía, 2013: 5, cita 17).
Municipio |
Personas en situación de pobreza (2010) |
Puebla, Puebla |
732 154 |
Iztapalapa, Distrito
Federal |
727 128 |
Ecatepec de Morelos,
Estado de México |
723 559 |
León, Guanajuato |
600 145 |
Tijuana, Baja California |
525 769 |
Juárez, Chihuahua |
494 726 |
Nezahualcóyotl, Estado de
México |
462 405 |
Toluca, Estado de México |
407 691 |
Acapulco de Juárez,
Guerrero |
405 499 |
Gustavo A. Madero,
Distrito Federal |
356 328 |
Lo
anterior se basa en la medición de los siguientes indicadores a nivel municipal
(Coneval, 2010):
Indicadores |
Porcentaje |
Número de personas |
Promedio de carencias |
Pobreza |
|||
Población en situación de pobreza |
40.8 |
723 559 |
2.4 |
Población en situación de pobreza moderada |
34.8 |
616 537 |
2.2 |
Población en situación de pobreza extrema |
6.0 |
107 023 |
3.6 |
Población vulnerable por carencias sociales |
33.0 |
584 364 |
1.9 |
Población vulnerable por ingresos |
6.7 |
118 274 |
. |
Población no pobre y no vulnerable |
19.6 |
346 958 |
. |
Privación
social |
|
|
|
Población con al menos una carencia social |
73.8 |
1 307 924 |
2.2 |
Población con al menos tres carencias sociales |
24.0 |
425 196 |
3.4 |
Indicadores de carencia social |
|
||
Rezago educativo |
17.8 |
314 747 |
2.5 |
Acceso a los servicios de salud |
40.3 |
713 991 |
2.7 |
Acceso a la seguridad social |
55.3 |
980 002 |
2.5 |
Calidad y espacios de la vivienda |
9.7 |
172 080 |
3.2 |
Acceso a los servicios básicos en la vivienda |
5.6 |
99 634 |
3.1 |
Acceso a la alimentación |
31.1 |
550 683 |
2.9 |
Bienestar económico |
|
||
Población con ingreso inferior a la línea de bienestar
mínimo |
11.1 |
197,247 |
2.6 |
Población con ingreso inferior a la línea
de bienestar |
47.5 |
841,833 |
2.1 |
Técnicas
La recolección de la
información se efectuó mediante tres técnicas: la observación participante
(Taylor y Bogdan, 1987; Rodríguez, Gil y García, 1996; Ullin Robinson y Tolley,
2006), el grupo focal (Hamui y Valera, 2013) y
la entrevista no estructurada-no dirigida (Zapata 2005) a la maestra del grupo.
Se
estableció contacto con la institución mediante una asociación que se dedica a
trabajar con la infancia. En una primera visita con la directora de la
institución expusimos el proyecto mencionando el objetivo, la forma de trabajo,
tiempos y fechas estimadas. El grupo designado por la directora fue el tercero
A, pues nos refirió que presentaba algunos retos conductuales y de rezago
educativo; se asumió que las diversas actividades a realizar podrían tener un
impacto positivo ante dichas cuestiones. Asimismo, se acordó con la directora,
llevar a cabo un programa de intervención con los niños y las niñas después de
evaluar sus necesidades.
La
investigación se realizó en ocho sesiones de febrero a mayo de 2017, en la cual
se combinaron las tres técnicas mediante diferentes estrategias con respecto al
espacio y al tiempo que se establecieron con la directora de la institución y
la maestra del grupo, así como a la edad de la población. En un primer momento,
se le dio a la institución los consentimientos y asentimientos informados y,
posteriormente, la directora nos presentó ante el grupo.
Se
tuvieron los primeros contactos con los niños y las niñas a través de
actividades de integración y de presentación; posteriormente, se fueron
abordando los temas a investigar, mismos que a continuación se mencionan:
·
Concepto
de familia y sus características.
·
Estructura
familiar: ¿qué personas integran una familia? Características de los mismos,
considerándose a ellos (niños y niñas) también.
·
Roles
que cumplen los integrantes de la familia y el contraste con lo que ellos
creían que debía de realizar cada integrante de la familia.
·
Relaciones
familiares: ¿qué hacen los integrantes de la familia entre sí y qué hacen con
los niños y las niñas? ¿Qué de eso que hacen les gusta hacer con su familia,
qué no y qué es lo que les gustaría? Tipos de relación.
·
Rutinas
de la familia y de los niños y las niñas.
·
Se
abordó el tema de casa/hogar como espacio físico de la familia:
características, ideales de una casa.
·
Tipos
de problemas que se suscitan en la familia.
·
Resolución
de problemas familiares: ¿cómo definen un problema familiar?, ¿cómo lo
solucionan? Principales mediadores.
·
Redes
de apoyo.
Por otra parte, la entrevista
a la maestra se realizó en dos sesiones y se abordaron temas como:
·
Las
familias de los niños: estructura, relaciones, conflictos.
·
Impacto
de la situación familiar en la escuela.
·
Estrategias
docentes para trabajar en dicho impacto.
En cuanto a las
observaciones, éstas se llevaron a cabo tanto en días anteriores al primer
acercamiento con el grupo para reconocer el lugar (localidad y escuela), en
todas las sesiones en las que se trabajó, así como en dos clases de la maestra.
Las
tres técnicas se efectuaron hasta que no se encontraron datos nuevos, es decir,
llegando a la saturación teórica (Hernández, 2014). El reporte de los datos
obtenidos se realizó a través del diario de campo y de formatos de informes de
entrevista, donde se reportaron textualmente los discursos de los niños, las
niñas y la profesora, con el apoyo de notas y de artefactos como grabador de
audio.
Cabe mencionar que en un primer momento se pretendía
realizar entrevistas con los tutores de los niños y las niñas, con el objetivo
de poder recuperar mayor información; sin embargo, por cuestiones de tiempo y
de espacios disponibles, tanto de los tutores (falta de disposición y
participación por parte de los padres en las actividades que la institución
lleva a cabo) como de la institución (evaluación y actividades
extracurriculares), no se logró, por lo que únicamente fue entrevistada la
profesora a cargo.
El
grupo se mostró en todo momento participativo durante las sesiones, mostrándose
interesado ante los temas. Por su parte, la maestra del grupo también estuvo en
toda la disposición para que pudiésemos realizar las diversas actividades
planeadas.
Análisis de los datos
Los datos obtenidos se
analizaron de acuerdo con la tarea del etnógrafo (Bertely, 2000): en primer
lugar, se realizaron las inscripciones, inferencias factuales y conjeturas,
seguido del subrayado de esos mismos elementos; después se recabaron las
categorías de análisis y patrones emergentes; finalmente, se realizó la
triangulación teórica como forma de validar el análisis y de evitar al máximo
la subjetividad de las autoras a través de estudios realizados en torno al
mismo tema de la investigación y de la aplicación de las técnicas:
observación, discursos de los niños y de las niñas, de la profesora
del grupo y de informantes clave.
Así,
surgieron cuatro categorías principales que, si bien se analizan por separado,
todas responden de manera conjunta al cumplimiento del objetivo; estas son:
·
La
familia: “es amor”.
·
Estructura
y roles: “papá es trabajador, bueno e inteligente”, “mamá trabaja en la casa
solita”.
·
Contextos
familiar y comunitario como generador de violencia.
·
Impacto
en la escuela.
Resultados
De acuerdo con el análisis realizado, se
presentan los resultados sobre la
realidad de la vida cotidiana familiar de las niñas y los niños que viven en
situación de pobreza, en tanto sus características e implicaciones,
considerando que la familia es el primer contexto socializador de todo ser
humano en el que los infantes , principalmente, modelan su construcción como
personas, donde establecen sus primeras relaciones y donde desarrollan una
imagen de sí mismos y del mundo en el que se desenvuelven (García 2012).
Consideramos
necesario recuperar la mayor parte de los discursos de los actores que
intervinieron en la investigación, sobre todo de las niñas y de los niños, así
como de la maestra, quien es una mediadora fundamental entre los infantes y su
entorno.
Si bien el
discurso de las niñas y de los niños puede estar mediatizado, apelamos a que
deben ser ellos los principales articuladores de lo que viven día a día, dado
que es el lenguaje el puente a través del cual se construye y se comunica. Es
decir, a partir de la experiencia individual del sujeto se describen las partes
que conforman su mundo de la vida con el foco puesto en la cotidianidad.
Asimismo, la realidad cotidiana se encuentra definida por la acción y por la
comunicación. Por esta razón resulta relevante conocer la construcción de la
realidad de los niños y de las niñas a partir de un contexto cotidiano.
Sin
duda, la realidad de la vida cotidiana tiene distintos grados de proximidad y
de lejanía, pues se organiza en torno al aquí y al ahora, pero también se
encuentra conformada por fenómenos que sucedieron en el pasado y que suceden en
el presente en la vida de la persona. En relación con lo anterior, la realidad
está determinada socialmente, por lo que el lenguaje se considera el medio
principal para la construcción de la misma (Rizo 2015).
Se
describen, entonces, cuatro categorías principales de análisis que pretenden
dar cuenta de la realidad familiar en la que las niñas y los niños viven, de
aquello que influye en su construcción de la misma y de otros aspectos de su
vida.
La
familia: “es
amor”
Desde una mirada interdisciplinaria, la
familia es un grupo de dos o más personas que coexisten como un todo
espiritual, cultural y socioeconómico, y que comparte, así, necesidades tanto
psico-emocionales como materiales, a la vez que objetivos e intereses comunes
de crecimiento y desarrollo, con diversidad de prioridades y dinámicas (Oliva y
Villa, 2014). Por tanto, puede considerarse como una forma de organización que
gestiona la cotidianidad, pues es un ámbito de interacción que genera sentido y
socializa (Gutiérrez, Díaz y Román, 2016).
Sobre
lo anterior, al representar a su familia, las niñas y los niños dibujan a
varios miembros, paisaje y, la mayoría, una casa. Sobre esta última, mencionan
que representa su hogar, que es el lugar donde viven y que, por lo tanto, una
casa debe tener una familia, amor, amistad, felicidad y cariño, mientras que lo
que no debe tener es molestia, desagrado, separación, decir groserías y
violencia. Por lo tanto, es posible ver la relación que hacen entre casa y
familia, tomándolo como una misma entidad.
Asimismo,
se observa que la concepción sobre la familia que presentan se basa en
compartir y estar juntos. Al preguntarles qué significa, las respuestas fueron:
“es amor, tranquilidad, convivir con ellos, compartir cosas con ellos”; “es
amor, pero también son las personas que nos compran cosas, con quien
compartimos, también tenemos una casa y ahí compartimos con ellos”.
La
mayoría refiere que la familia es amor porque son quienes los quieren, los
aman, les compran cosas, les dan dinero, los alimentan, los cuidan para que no
les pase nada, quienes los dejan jugar, porque son las personas que los
hicieron y quienes los mandan a la escuela para aprender. Así, impera el
discurso de un “nosotros” que, aunado a todos los aspectos positivos que le
atribuyen, la familia estaría representando la solidaridad que es
característica de estos grupos familiares, respondiendo, así, a un lugar común
de protección, defensa y cuidado, sobre todo para los niños que se desarrollan
en un ambiente violento (Gutiérrez, Díaz y Román, 2016: 2, cita 5).
Además,
existe un alto sentido de pertenencia e identidad que se ve reflejado en
opiniones sobre el por qué la familia recibe ese nombre: “Somos sus hijos”,
“Es donde nacimos”, “Somos importantes para
ellos”, “Familia
es cuando nos unimos”, “Nos recuerda a nuestros papás”, “Somos
alegres”.
La
familia también representa, para ellos, el medio principal de satisfacción de
necesidades. Refieren, por ejemplo: “Es
donde nos dan todo para que le echemos muchas ganas”, que se necesita de convivir, de la alegría, el amor y el
cariño para formar una familia. En ese sentido, aspectos como el afectivo hasta
el factor económico se ven involucrados en la percepción sobre la familia.
Otro
punto a rescatar es la relevancia que tienen los valores dentro de la familia.
Frases que nos dicen qué está bien y qué está mal, “la familia es respeto”,
que para formar un familia se necesita “no
pelear”, “honestidad”, “obedecer”, “respetar
y compartir”, “no decir groserías” y “no golpear”,
que una familia no debe robar, pelearse (frente a los niños), pegarles a los
niños y a las mamás, gritar, separarse, maltratar a los niños, a los animales y
a los bebés, ofender, tomar, fumar o drogarse, porque lo aprenden los niños, y
no mentir, todo ello da cuenta de las nociones que tienen sobre lo considerado
correcto e incorrecto dentro de este ámbito, y a la vez refleja la situación
por la que atraviesan de manera cotidiana –sobre todo de violencia–. Dado que
los valores dirigen las acciones de los niños, representan una ventaja en este
tipo de población, pues se considera un factor esperanzador en cuanto a las
posibilidades que puedan tener para cumplir un papel protagónico en su
desarrollo personal y social (Gutiérrez, Díaz y Román, 2016: 2, cita 4).
Se
puede rescatar, entonces, que los aspectos positivos sobre la familia se basan
en la unidad y en los afectos que existan en ella, mientras que lo negativo se
expresa en términos de los conflictos y la violencia que se generan dentro,
concepción que existe en la infancia, aun cuando no se caracterice por vivir en
situación de pobreza (Durán, 2007).
Estructura y roles: “papá es trabajador, bueno e
inteligente”, “mamá trabaja en la casa solita”
Sobre la estructura familiar,
las niñas y los niños mencionan que una familia se conforma por papás,
abuelitos, tíos, sobrinos, hermanos/as, primos. Sin embargo, al preguntarles
con quiénes vivían, las respuestas se redujeron a: papás (sobre todo, mamá),
abuelita, tía, hermanas/os, destacando en la mayoría de las ocasiones la figura
femenina en cualquiera de los parentescos. Asimismo, se observó que la mayoría
vive con papás y hermanos, seguido de aquellos que viven, además, con sus
abuelos u otros familiares; y, por último, aquellos que viven sólo con papá y
mamá. También existen aquellas familias que se conforman por uno solo de los
padres, o aquellas en las que uno de ellos vive, además, con otra pareja.
Vemos
que la gran extensión y la diversidad en los tipos de familia se presentan muy
particularmente en los sectores populares y en las comunidades consideradas
como marginadas. En poblaciones como ésta, el tipo de familia predominante se
compone de varios miembros, que pueden tener entre sí lazos de consanguinidad,
maritales, de compadrazgo o de paisanaje (el primer tipo se respeta más que el
segundo); además, impera un modelo tradicional
en cuanto a los roles que se ejercen: hay una tendencia sexista (Ponce de León
1987), como que las funciones atribuidas a la madre son las de cuidado y
labores del hogar, seguida por la de ayuda, afecto y apoyo emocional y
comprensión. Por otra parte, en cuanto a las funciones que refieren al padre,
están las de mantenimiento económico, cuidado y ayuda, seguidas del afecto.
También se ha observado una visión diferenciada de las funciones atribuidas a
cada progenitor, lo que se ve reflejado por los numerosos cambios que se han
presentado en la estructura y en la dinámica familiares en las últimas décadas
(Rodríguez, Triana y Hernández, 2005).
Ello se refleja en el discurso de los niños sobre las figuras
masculinas y las femeninas con las que conviven:
Papá |
Mamá |
Abuelos/as |
Mi papá es trabajador, bueno e inteligente Trabajador,
bueno y fuerte Trabajador
y honesto Debe: Cuidar a
su familia Ayudar a
la gente Defender
a la familia Dar
dinero a la casa No
decirles insultos a las madres Que no
nos anden pegando a cada rato No decir
groserías y respetar a la familia Cuidarnos Respetarnos Trabajar Querernos Pagar
renta Pagar
las colegiaturas |
Su
comida es rica Nos
quieren, nos aman Nos
tienen que mandar a la escuela Es
trabajadora Trabaja
en limpiar camiones por dentro Bonita,
trabajadora y amable Mi mamá
trabaja en una tlapalería Trabaja
en la casa solita Nos
tienen que cuidar Es
dulce, amable Amorosa,
honesta, feliz Hacer la
comida Hacer
quehacer Lavar
los trastes Lavar la
ropa Ayudarnos
con las tareas Limpiar
el piso |
Mis
abuelos son muy felices, buenos Mi
abuela es amable, conmigo es amorosa Abuelita,
es chino su pelo, es amable, usa pura falda, guarache, amorosa Abuelitos,
trabajadores, cariñosos, amables Abuelo
trabajador Abuelo
trabaja, trae dinero a la casa Abuelos,
son trabajadores, trabajan en pintar y lijar casas Abuelos,
trabajadores, honestos Abuela
es amable y linda Mi
abuelito me enseña a cuidarme Mi
abuela nos enseña a leer Nos
cuidan |
Como
vemos, se mira al padre como proveedor, trabajador y protector. Asimismo, se
relaciona con hechos como la violencia. Respecto a la figura materna, se hace
hincapié en que es trabajadora, puesto que las madres realizan tanto trabajo
doméstico como extradoméstico. Esto último se puede explicar por la
inestabilidad del trabajo de sus parejas, así como por lo precario de los
salarios; sin embargo, ello no excluye el hecho de que continúen realizando las
labores del hogar, llevando a cabo un doble papel como encargadas de la
reproducción familiar y de la aportación al ingreso de la misma (Damián, 2011;
Schteingart, 1997). A pesar de estas respuestas, la niñas y los niños
consideran también que las actividades que se supone deben realizar las madres
no son exclusivas de ellas y que, incluso, ellos apoyan en las labores del
hogar.
En
cuanto a los hermanos y a las hermanas, se atribuyen características positivas
como buenos, amables y amistosos, lo cual pudiera estar relacionado con que
cubren algunas necesidades de los niños al prestarles objetos propios.
Asimismo, les atribuyen otros elementos como trabajadores o, en contraste, como
inactivos. Otro elemento que retoman es que son listos o inteligentes, en
relación con el hecho de que estudian.
En
cuanto a los abuelos, éstos se ven ligados con la parte afectiva y con el
cubrir necesidades de cuidado. Además, se comparte la perspectiva de que son
trabajadores. Con lo que respecta a los tíos, son percibidos como buenos y
amables, y se les asocia con el dinero. Por su parte, con los primos y primas
se rescatan características de tipo físico.
Con
respecto a las relaciones que establecen con cada uno de los integrantes de su
familia, mantienen, en general, una visión positiva. Dicen llevarse bien con
sus mamás, papás y hermanos porque son quienes los apoyan, los cuidan, les dan
cosas, los ayudan a hacer la tarea, los tratan bien, son con quienes juegan y son quienes les compran y se prestan sus
cosas; sin embargo, también es recurrente el hecho de que los últimos los regañan o les pegan; por su parte, con abuelos y tíos se
relacionan de manera adecuada porque los llevan al parque y al cine o les
compran cosas.
Como
es posible observar, muchas de las características que les atribuyen a los
miembros de su familia se basan, además de en la satisfacción de necesidades,
en la afectividad. Actitudes como el afecto, la atención y la confiabilidad son
consideradas fundamentales en el seno socializador del niño; por lo tanto, la
carencia de éstas genera una situación anómica que podría denominarse como “pobreza significativa” (Morente, 1997 y 2003).
En ese sentido, a pesar de la visión general positiva que se tiene sobre la
familia, también existe su contraparte que es necesario poner de manifiesto
para la comprensión de la realidad en la que ellos viven.
Contextos familiar y comunitario como generadores de
violencia
El lugar donde se ubica la
primaria es La Presa, ubicada en la colonia Santa María Tulpetlac,
perteneciente al municipio de Ecatepec de Morelos. La colonia está en las
faldas del cerro, por lo que, a excepción de las principales, todas las calles
son pendientes y con escaleras. La mayoría de las casas se encuentra en proceso
de construcción.
Este
es el medio donde se desenvuelven día a día los niños, el cual se muestra
generalmente como un ambiente hostil. Ello se relaciona estrechamente con la
situación de pobreza, pues las niñas y los niños viven una realidad que se hace
evidente en situaciones como el maltrato dentro de la familia, la explotación
laboral o sexual, el abandono u otras formas de violencia y trasgresión de su
dignidad.
De
acuerdo con los datos de la Procuraduría de la Defensa del Menor y la Familia,
en 2009 se reporta en la región centro un total de 14 937 denuncias por
maltrato infantil, de las cuales en 7 798 (52.2%) se comprobó algún tipo de
maltrato, pero sólo 1 667 casos (21.4%) fueron presentados ante el ministerio
público; es el Estado de México el que presenta un mayor número de denuncias
(Red por los derechos de la infancia en México, 2010).
Como
menciona Inmujeres (CEAMEG y Cámara de Diputados, 2013), tanto el maltrato
infantil como la violencia de género se ejercen dentro de los hogares. Con
sustento en la información captada por la Endireh 2016 (INEGI, 2016), de los 46.5 millones de mujeres de 15 años y
más que residen en México, se
estima que 30.7 millones (66.1%) han padecido al menos un incidente de
violencia emocional, económica, física, sexual o
discriminación.
La
Endireh precisa que 43.9% de las mujeres ha sufrido violencia por parte de su actual o última
pareja, esposo o novio, a lo
largo de su relación; además, 34.3%
de las mujeres ha experimentado algún tipo de violencia sexual en
los espacios públicos o comunitarios.
Por su parte, el Estado de México es la segunda entidad con
mayor proporción de violencia (75.3%), por
encima de la media nacional (66.1%), tanto por la violencia
total a lo largo de la vida, como por la violencia ocurrida en los últimos 12
meses (octubre de 2015 a octubre de 2016).
En
cuanto al municipio de Ecatepec, éste se mantiene como el más violento del
Estado de México para las mujeres, pues durante 2016 se registraron 39 muertes
violentas; es decir, aproximadamente tres casos al mes, informó el Observatorio
Ciudadano contra la Violencia de Género, Desaparición y Feminicidio en el
Estado de México (Mexfem) (Zamora, 2107).
Ahora
bien, una de las personas que vive en el lugar, mencionó que “es un lugar relativamente tranquilo, pero sí
existe delincuencia; de hecho, existen temporadas en las que un Tsuru blanco
anda en las calles asaltando, sobre todo a personas que van solas”.
La
maestra del grupo también menciona que los niños y las niñas viven en un
contexto de mucha violencia, situación que viene desde casa y que influye mucho
en su conducta. Ella nos brinda un panorama acerca de las condiciones de la
comunidad:
Definitivamente, el contexto familiar habla
de desintegración, te habla de familias que tienen serios problemas de
adicciones. Te hablo de valores porque algunos chicos me han expresado que sus
papás se dedican, por ejemplo, a robar en los camiones, que golpean a las
mamás; eso te habla de violencia intrafamiliar, de que no son familias
funcionales […] y entonces, desgraciadamente, este nivel social que tenemos es
el que provoca mucho de estos problemas.
Hace también referencia a la situación en la
que se encuentra el municipio: “Ecatepec
es uno de los municipios con más problemas de inseguridad a nivel nacional;
entonces, imagínate los chicos expuestos a este tipo de sociedad; yo creo que
tan sólo pensar en esa situación te habla de todo lo que ellos viven”.
Tomando
lo anterior en consideración, los niños cuentan historias que pueden observar
de manera directa: “Hay un niño, ese
nomás alcanzó hasta el kínder, ya no quiso estudiar, empezó a drogarse”. Pero también recrean situaciones a partir de
lo que miran a su alrededor. La siguiente plática se dio por parte de dos
niños:
—Él toma cerveza, el otro día lo vi, así,
bien borracho, jajaja.
—No es cierto, a él lo vi así [pone su puño
en la nariz, como gesto de inhalación].
Mientras otro comenta: “Afuera de mi casa, luego les enseñan a los
niños a fumar y ya saben”.
Es
así que aun
cuando la violencia dentro del contexto comunitario es un gran factor de riesgo
para el desarrollo de los infantes, fueron las violencias relacionadas con la
familia las que se mantuvieron presentes de manera constante en los discursos
de los niños y de las niñas y, como refiere la maestra, esto influye en su
comportamiento agresivo. La diversidad en los tipos de violencia que se
manifiestan en la vida de éstos se ve reflejada también en las personas que la
ejercen. Muchas de las respuestas manifiestan agresiones verbales y físicas,
las cuales son mayormente ejercidas en la casa por la madre o por el padre
(Meeks, 2006).
La
violencia por parte de las madres: “Me
pega con un palo o con lo que encuentre, hasta me deja marcas, pero ya se me
quitaron”.
La
violencia por parte de los padres: “A mí,
mi papá nos dice de groserías, a mi mamá y a nosotros igual. Porque luego
agarran y se pelean y nos dice de groserías y mi papá se va y ya no ha
regresado”.
La
violencia por parte de los hermanos: “A
mí, mi hermano me pega, me pega con el palo, la otra vez me sacó sangre de aquí
[señala su labio inferior]”.
A
todo este fenómeno se le conoce como “infancia en riesgo”, que refiere a la
situación en la que viven las niñas y los niños en condiciones que vulneran su
desarrollo –en cuanto a aspectos físico-biológicos, psicológicos, emotivos,
socio-afectivos, etc.– y el ejercicio pleno de sus derechos, sobre todo en
ámbitos como el familiar y el social (Cúso, 1995). Entendiendo la vulnerabilidad
como la intensificación de aquellas reacciones que se presentan frente a
estímulos que en circunstancias normales puede conducir a una adaptación
inadecuada (Kotliarenco y Fontecilla, 1997), existen factores de riesgo que
podrían estar ejerciendo mayor vulnerabilidad; algunos se ajustan a los de la
población estudiada, por ejemplo: haber sido víctimas directas o indirectas de
agresión en sus diversas manifestaciones, ser hijos de familias monoparentales,
convivir con algún adulto con adicción a la drogas o vivir en un entorno en el
que predominan la delincuencia, la falta de condiciones físicas para vivir
dignamente, la falta de condiciones sociales para desarrollar su potencial, la
falta de redes sociales establecidas o informales, la marginalidad, entre
otros.
Para
ilustrar lo anterior, la maestra nos señala que las características de ese
medio, en especial, generan que los chicos tengan serios problemas de
adaptación, que el medio que les rodea –contexto familiar y social–
desgraciadamente influye en sus actitudes, puesto que “existe una falta de valores dentro de la casa”, con sus vecinos, etc. Por ejemplo: “Hay unos que pasan por situaciones familiares,
por separación de papás, por serios problemas de agresión hacia ellos y se nota
en cómo tratan a su compañeros, en cómo se aíslan, en cómo agreden cuando
alguien se les acerca y en la desconfianza que pueden llegar a tenerte…”
Además,
existen situaciones aún más complejas, que resultan graves en la vida de las
niñas y los niños, y difíciles de manejar con los padres, como: “…hasta violencia de tipo emocional; el año
pasado, violación de una niña por parte del padrastro”.
También
las relaciones que uno de los padres establece con otra pareja generan
conflicto en la vida de los infantes:
Rechazo de las mamás para los niños porque no
son sus hijos; te vuelvo a repetir, se juntan con la pareja, pero la mamá,
aunque vive, está lejos; son mujeres que los abandonan y que buscan otra vida,
pero los dejan a cargo del papá.
[…] [él] es un
niño que trae serios problemas por haber visto ciertas situaciones entre sus
padres, por haber sido agredido, porque la mamá lo deja y prefiere a la otra
pareja y la mamá no lo recibe, lo rechaza…
Asimismo, existen otras
situaciones que provienen del nivel económico como la falta de alimentación
adecuada o de aseo personal, que la maestra considera fundamentales en el
desarrollo de los niños y de las niñas, pero también como parte indispensable
de su rendimiento dentro de la escuela.
De
este modo, se
pone de manifiesto que una de las formas de desigualdad social más agresivas es
la de los menores que viven en un medio inadecuado para convivir, puesto que
vulnera su posibilidad de formar una identidad social y personal adecuada.
Asimismo, la pobreza pasa a ser parte de ello, no sólo por las limitaciones de
tipo material, sino por otras carencias que se generan de manera estructural y
sistemática (Kotliarenco y Fontecilla, 1997: 8, cita 30).
En
ese sentido, las niñas y los niños lidian todos los días con hechos que no son ideales
para su desarrollo en esa etapa de su vida y, por lo tanto, son los contextos
comunitario y familiar los que entran en juego para construir su percepción de
la vida y de la realidad, pues, a pesar de los aspectos negativos, los infantes
presentan un gran sentido de pertenencia, que puede observarse al momento de
describir a sus familias.
Impacto en la escuela
La maestra menciona de manera
reiterada cómo se manifiesta en la escuela lo que las niñas y los niños viven
en su casa y en su comunidad; por ejemplo, en la conducta, o en el hecho de que
el grupo presenta un rezago educativo, como lo refirió también la directora de
turno de la escuela. Resulta curioso el hecho de que precisamente este grupo
sea considerado como el más complicado, y nos dan algunas referencias sobre
ello, tales como que hay un niño que falta mucho y que ha estado internado; no
lee, no escribe, no sabe matemáticas y su coordinación motriz no es adecuada;
además, vive con su madrastra, es tímido y a veces lo llevan a golpes a la escuela; hace referencia, también, a los niños que se
destacan como líderes, que son los que tienen “mala
conducta” y que han afectado al grupo,
porque golpean u ofenden a los demás; agrega
la maestra: “Ustedes ven que hablan
bajito, no quieren participar”, como
consecuencia de la falta de confianza que han generado en sí mismos y en lo
demás.
A
partir de las observaciones, es posible corroborar lo que la maestra cuenta con
respecto a la conducta de los niños y a la manera en que se relacionan; por
ejemplo:
NIÑO: X
no es respetuoso…
MAESTRA: Pero hay que darle la oportunidad de
cambiar. ¿Quieres esa oportunidad, X?
[…]
NIÑO: No, yo no le doy la oportunidad.
MAESTRA: ¿Por qué?
NIÑO: Porque luego me dice de groserías…
MAESTRA: Todos merecemos una oportunidad, ya lo
hemos platicado…
Existe un contraste con
respecto a las características del grupo porque, si bien es cierto que existe
una falta de integración en el grupo, es posible notar fortalezas como el hecho
de que son participativos, que se muestran solidarios entre sí y que, además,
se conocen muy bien entre ellos, sobre todo con respecto a situaciones de
índole familiar, lo que contribuye a que sean cada vez más empáticos. Ello se
explica por el hecho de que, a pesar de estar expuestos a factores de riesgo
comunes, en un contexto de pobreza (vivienda precaria, violencia intrafamiliar
y alimentación inadecuada), es ineludible que todas las personas presentan la
posibilidad de ser resilientes. En el caso de las niñas y de los niños de este
estudio se encuentran la adaptación, el sentido del humor y cercanía con los
amigos; son reflexivos y autónomos (Munist, Santos, Kotliarenco, Suárez,
Infante y Grotberg , 1998).
Otro
de los asuntos en cuestión es el de las actitudes dentro de la familia que
influyen en el comportamiento directo de los niños dentro del aula. Nos
menciona la maestra:
Las mamás se gritan, se faltan al respeto, se
pelean allá afuera porque los niños se quitaron un lápiz. Entonces ellos
repiten esquemas. Si no están acostumbrados a respetar es muy difícil que tú
los enseñes a colaborar; los niños requieren de eso y requieren de respeto a
reglas y requieren de la atenta escucha de ellos para que puedan aprender, y es
algo que me está costando mucho trabajo y conforme pasan las generaciones es más
difícil.
La familia es el lugar
favorable en el que los niños adquieren e interiorizan normas, reglas y
límites, dado que también asumen y legitiman los roles que se establecen en la
misma (Gallego, 2012); por tanto, como primer espacio socializador, se vuelve
necesario que sea un escenario en el que existan situaciones positivas, pues,
como lo menciona la maestra, repiten esquemas que, si no son orientados
adecuadamente y de manera positiva, pueden tener consecuencias en un tiempo
inmediato o futuro. La maestra considera que es el trabajo más fuerte se debe
realizar desde la casa, creando hábitos, formando en valores, tiempos y
procesos de estudio; que los padres de familia estén preparados y capacitados
para enfrentar la situación, considerando que no es fácil, puesto que la
situación socioeconómica del país y, sobre todo, de esta comunidad son
sumamente complejas: se atraviesan diversos procesos de desigualdad,
discriminación, invisibilización, entre otros, que en la infancia redundan,
además de lo mencionado anteriormente, en el ámbito educativo, siendo éste un
pilar fundamental para el desarrollo de las personas y de naciones enteras.
Sobre ello, la maestra hace hincapié en que el rezago escolar se debe en mucho
al contexto y a la actitud de los padres que no le dan la suficiente
importancia a que los niños vayan a la escuela o a estar pendientes de ellos,
ya que, si bien la escuela es encargada de brindar orientación en ese sentido,
se torna difícil atender cuestiones académicas si no se superan aspectos como
lo emocional; y agrega: “¿Cómo lo
interesas si lo que trae en la cabeza son problemas o hambre o miedo o sueño?
Son necesidades básicas que si no vienen cubiertas no vas a poder avanzar”.
Como
vemos, el impacto de lo que se vive en la familia abarca una esfera importante
en la vida de los niños y de las niñas; pero, además, es importante destacar
también que todos estos ámbitos no se excluyen mutuamente sino que se
interseccionan, creando así una realidad sumamente hostil y vulnerable, en la
que se encuentran inmersos, lo que se convierte, entonces, en un problema
sistemático y estructural, más allá de que los infantes sean responsabilidad
los padres o de las personas que conforman el núcleo familiar.
Discusión
Esta investigación pretende
ser un acercamiento mayor a la vida cotidiana de las niñas y de los niños que
viven en situación de pobreza en uno de los municipios del Estado de México que
muestra mayores carencias en diversos aspectos.
Observar
la vida cotidiana, entendida como aquellas vivencias del día a día que se
encuentran cargadas de significados, intereses y estrategias como sinónimo de
comportamientos que nos llevan a construir una red personal de caminos por los
cuales transitar y crear nuestras relaciones sociales, es poder comprender
desde dónde se construyen los modos de ser, de pensar y de actuar (Velarde,
2006). Hablar de la vida cotidiana de la infancia es visibilizar el marco
físico y temporal que puede posibilitar o impedir el ejercicio de los derechos
de las niñas y de los niños, considerando que es un grupo heterogéneo y plural,
socialmente distinto y desigual, que se define, principalmente, por el contexto
familiar y social del que son parte, así como por la manera en que experimentan
esta etapa (Morán y Cruz, 2011).
En
ese sentido, diversos estudios demuestran y corroboran lo planteado en este
trabajo: que la infancia en esta situación de pobreza se encuentra sumamente
vulnerable a las condiciones del medio que les rodea (Instituto Colombiano de
Bienestar Familiar, 2013), y que es a partir de ello que los infantes
construyen su realidad, la cual se encuentra caracterizada, sobre todo, por la
violencia dentro del ámbito familiar en sus diversas formas, como la
desestructura familiar, los maltratos infantiles familiares, la dinámica
conflictiva entre padres e hijos, la ausencia o el exceso de disciplina, la
negligencia o la ausencia de lazos afectivos (Balsells, 2003), por lo que se
presenta bajo condiciones muy específicas y que se explican, a su vez, por el
mismo contexto comunitario –situación socio-económica–, pues está
inevitablemente relacionada con la violencia en tanto causa y expresión de las
injusticias, las inequidades, la postergación y la exclusión social (Rodríguez,
2004), lo que genera, pues, un círculo vicioso.
Subrayando
la violencia dentro de la familia no pretendemos reducir el problema a una sola
esfera de la sociedad –ni juzgar a determinados actores–, sino poner de relieve
cómo todo un sistema, que vulnera desde sus estructuras más altas y complejas,
incide sobre un grupo particular. Por tanto, las violencias no se pueden tratar
de manera aislada sino como un entramado complejo de hechos, actores, procesos
y relaciones, por lo que resulta indispensable desenmarañar todo este fenómeno
partiendo del hecho de que las niñas y los niños son sujetos de derechos a los
cuales se les debe garantizar su pleno desarrollo, partiendo de la necesidad de
construirles entornos protectores (UNICEF,
2006). Se vuelve fundamental, entonces,
escuchar su voz, pues son quienes nos ayudarán a comprender sus realidades y a
actuar en función de ello.
Sin
duda, la vida cotidiana de las niñas y de los niños de Tulpetlac se desarrolla
bajo un espacio limitante que influye en su presente, lo que se expresa en sus
actitudes y conductas, pero también podría estar influyendo en su percepción
sobre su futuro, sobre un proyecto de vida. Algunos estudios demuestran que la
violencia familiar tiene un efecto significativo en los problemas de conducta y
en los problema psicológicos, que impactan también en la vida escolar; además,
produce consecuencias negativas en las esferas del comportamiento infantil,
pues genera dificultades en las niñas y en los niños en cuanto a desarrollar un
adecuado ajuste social, emocional y conductual, lo cual se manifiesta en
conductas agresivas y antisociales o de inhibición y miedo (Frías y Gaxiola
2008; Patrón y Limiñana, 2005).
Considerando
las estimaciones sobre la situación de pobreza que se experimenta en la
infancia y el incremento en la probabilidad de seguir padeciendo privaciones en
la adultez, que se transmitan a la generación siguiente (Patrón y Limiñana,
2005: 3, cita 12), compartimos la percepción de la maestra de grupo con
respecto al compromiso social que todos los sectores que conforman a la
sociedad mexicana debemos tener con respecto a la situación de la infancia: “… irles formando así como un futuro, que ellos
vayan construyendo, y no conformarse con lo que están viviendo. Sí aceptarlo
como paso de su vida, pero no como final de su existencia”.
Dado
que la pobreza es un círculo vicioso difícil de romper, en el cual los infantes
son específicamente más afectados, al no contar del todo con mecanismos de
adaptación para las condiciones en las que viven, resulta indispensable generar
y desarrollar estrategias que les permitan hacer frente a éstas (Lara, 2009).
En ese sentido, conociendo las fortalezas de las niñas y de los niños de este
estudio, y considerando el potencial de todos en general, consideramos
necesario continuar conociendo, comprendiendo y transformando las infancias
para crear una sociedad más justa.
Conclusiones
De acuerdo con la información
obtenida, vemos que las niñas y los niños en situación de pobreza de Tulpetlac
construyen su sentido de realidad a partir del vínculo familiar. La familia es
entendida, por una parte, como amor, y se basa en compartir y estar juntos,
además de que se percibe como el medio para satisfacer necesidades primarias
como la comida, el vestido, así como las necesidades de seguridad y de
afiliación como sentir afecto, percibir cuidado y protección; es, además, el
reflejo del tipo de la relación que ellos y ellas señalan que guardan con sus
familiares –papá, mamá, hermanos–; por otro
lado, la familia también es percibida como el contexto en el que se desarrolla
la violencia.
Resulta
curioso que, a partir de los elementos mencionados, además de los que rescatan
qué debe tener y no tener una familia, así como la estructura familiar y los
roles que cada una de las figuras cumple, aquí se muestra que los niños y las
niñas tienen una noción de lo que es correcto e incorrecto en este ámbito, así
como respecto de los actores implicados.
Lo
anterior pone de manifiesto esta tensión que surge en el discurso sobre lo que
sucede en el seno familiar y en la manera en que las niñas y los niños conciben
su cotidianeidad dentro de la misma. Es decir, existe una parte real –lo que su
familia es– y una visión idílica sobre lo que una familia “debe ser” en tanto espacio
afectivo y seguro, que no se logra del todo por las carencias socioeconómicas y
la situación de violencia que de ellas deriva.
Por
otra parte, podemos mencionar que, en diversos momentos, algunos actores de la
comunidad realizan diferentes comentarios sobre la violencia, lo cual muestra
que es un aspecto que caracteriza en gran medida a la localidad pero, sobre
todo, que determina los modos de vida desde la infancia, por lo cual los niños
y las niñas se ven obligados a madurar a temprana edad, pues están en contacto
con estos factores día a día y de manera directa. Así, es posible sugerir que
la gente se encuentra habituada al contexto de violencia, pues, a pesar de que
se habla de este tema muy en particular y se reafirma en cada momento, se
observa que no se han logrado generar estrategias alternativas que puedan hacer
frente a ello, sino por el contrario, existe una especie de aceptación de la
situación.
Además
de ello, se confirma que la situación de pobreza en la que se encuentran los
niños y las niñas, además de la violencia percibida en el contexto familiar y
en la localidad, la construcción familiar, la conformación de patrones y/o
esquemas, influye en la construcción que hacen los niños y las niñas de la vida
y de la realidad, lo que se ve reflejado en la conducta, el rezago educativo,
la falta de confianza en sí mismos, la carencia de ciertos valores y el desfase
en el desarrollo que presentan. Cabe mencionar que, en contraste con lo
mencionado, los niños y las niñas muestran gran sentido de pertenencia al
contexto comunitario y familiar. Asimismo, es posible notar fortalezas: son
participativos y se muestran solidarios y empáticos entre sí.
Todo
lo anterior nos lleva a que habría que tener en cuenta el modo de producción de
significados de los niños y niñas, ya que sin tomarlo en cuenta no sería
coherente seguir hablando de los infantes (Lara, 2009: 10, cita 32).
Sugerencias y limitaciones
Consideramos importante
puntualizar las limitaciones del presente estudio y plantear la necesidad de
continuar conociendo y reconociendo la vida de las niñas y los niños en
situación de pobreza.
Entre
las limitaciones, están:
·
La
reducida población que se estudió: número de niñas y niños, un solo grupo,
localidad
·
La
reducción a una sola dimensión de la vida cotidiana: la familiar
·
La
falta de estudio en cuanto a padres de familia/tutores
Resulta, pues, indispensable
realizar investigaciones que recuperen en lo posible esta perspectiva,
profundizando en la dimensión familiar, extendiéndola y analizándola desde otras
perspectivas, como las tensiones en el discurso de las niñas y de los niños, o
centrándose, específicamente, en las violencias que se gestan en la misma.
Cabría extenderse, también, a otras dimensiones como la escuela, la comunidad,
la muerte, el amor, entre otros, pues ello nos brindará un panorama más
enriquecedor sobre su día a día; cabría también hacerlo hacia otras poblaciones
de niñas y niños, lo que nos permitiría comprender mejor este fenómeno.
Abogamos,
además, por la implementación de la metodología cualitativa que supone un medio
de recuperación de los discursos y del reconocimiento de las voces,
experiencias y sentires de las y los protagonistas con respecto a su
cotidianeidad, como forma de visibilizarlos dentro de la sociedad.
Por
último, es imprescindible desarrollar programas de intervención en dichas
poblaciones, orientados a temas como la resiliencia, proyecto de vida y
habilidades para la vida, que puedan contribuir en la mejora de la calidad de
vida de las niñas y los niños.
Invitamos,
entonces, a los profesionales de la psicología y de otras disciplinas a
ocuparse por la infancia, generando otras líneas de investigación e
intervenciones que permitan comprender lo que se vive actualmente en México,
promoviendo, primero, la conciencia social y el pensamiento crítico ante las
diversas problemáticas y, posteriormente, un cambio social en el que se
promueva la colaboración de la población en general.
Aceptado
el 24 de octubre de 2017
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[1]Licenciatura en
Psicología. Universidad Autónoma del Estado de México, Centro Universitario
Ecatepec. rkarla35@gmail.com
[2]Licenciatura en
Psicología. Universidad Autónoma del Estado de México, Centro Universitario
Ecatepec jadira.xochicale15@gmail.com
[3]Licenciatura en Psicología. Universidad
Autónoma del Estado de México, Centro Universitario Ecatepec lizbeth_galu@yahoo.com.mx