Arte indígena contemporáneo: dignidad de la memoria y
apertura de cánones. Ingrid Suckaer. México: Samsara Editorial, 2017
Jesús Alberto Martell
León[1]
Ingrid Suckaer nacida en Guatemala y
ciudadana mexicana es una periodista, crítica, investigadora y curadora del
arte moderno y contemporáneo. Entre sus publicaciones está la biografía de Rufino Tamayo, aproximaciones en el año 2000,
becada por el FONCA escribió el ensayo erotismo
de primera mano, artes plásticas de México siglos XX y XXI, en el 2016
publicó Posmodernidad el desencanto y la
exigencia de un arte ético, miembro del Sistema Nacional de Creadores del
Arte en 2013.
Su más
reciente creación es la obra Arte indígena
contemporáneo: dignidad de la memoria y apertura de cánones del 2017. Este
libro ha sido redactado en español y
traducido al inglés; distribuido de
forma gratuita; como consecuencia, permite que llegue a manos de lectores
provenientes de diversas matrices culturales y condiciones sociales, de modo
que subyace la inclusión en esta propuesta que empieza a reflejar parte
del compromiso social de la autora, cuya
experiencia de vida le ha dado las herramientas para desplazarse entre
naciones, culturas y estéticas. Ahora
bien, ¿Existe el arte indígena contemporáneo? ¿Qué nos impide apreciarlo y
reconocer a sus artistas? Lo anterior lleva a la autora a dialogar con la
tradición occidental del arte que ha tendido a invisibilizar otras estéticas.
De modo
que Ingrid Suckaer primero intenta delimitar su comprensión de lo que no es
arte contemporáneo para luego aproximarse a una definición con la que está de
acuerdo. Luego dialoga con críticos de la tradición occidental; por ejemplo se
apoya en Walter Benjamín para posicionarse desde la microhistoria, que se encamina al trabajo
de poner en el reflector la memoria de quienes han sido ignorados,
invisibilizados u oprimidos. Además, la autora empatiza y legitima la autoridad
de este autor, destacando que éste ha sido influenciado por su propia
experiencia de vida.
Como consecuencia
de relacionar su noción de arte contemporáneo junto con la idea de visibilizar
a los oprimidos, Ingrid Sukcaer puede apreciar las fracturas de la tradición
occidental para des-velar el tema de su interés, el arte indígena
contemporáneo. Incluso observa dos caminos, el primero alude al grupo de
artistas indígenas que se interesan por el mundo indígena que incluye su
herencia cultural milenaria; el segundo grupo está conformado por
artistas-activistas que expresan un posicionamiento ético-político que denuncia
las injusticias. “Estos creadores –activistas buscan la reconstrucción del
cuerpo comunitario que se ve afectado
por la constante resistencia cultural en que viven” (Suckaer, 2017: 11)
La
siguiente tarea que desarrolla la autora es afirmar que al arte indígena
contemporáneo se fundamenta desde estéticas diferenciadas de la cultura de
occidente. Para apuntalar su planteamiento establece un diálogo intercultural;
esto es, por un lado dialoga con las ideas de Daniel Acosta, creador-artista argentino, y por otro,
recupera el concepto la “dimensión estética” de Marcuse, cuyo significado no se
reduce a la creación y producción artística. De esta forma, empieza a
distinguir el arte indígena contemporáneo
en contraste con la concepción de la cultura occidental de arte.
Considero que para analizar el arte
indígena contemporáneo se debe partir de determinados parámetros estéticos para
establecer las cualidades de cada propuesta artística, pero poniendo siempre
por delante la integridad, o sea la capacidad de discernir sobre sí mismos y
sobre la complejidad creativa que se presenta en la esencia de la obra
indígena, que va más allá de la pieza en sí, puesto que con regularidad
conlleva cosmogonía y espíritu ancestrales, sabiduría que data de miles de años
y que llega hasta nuestros días gracias a la dignidad y la fortaleza con que
los pueblos originarios han resistido desde hace siglos (Suckaer, 2017: 12-13)
En otro orden de ideas para Ingrid Suckaer es relevante la
lectura del mundo actual; para ello cita
dos conceptos claves de Fredric Jameson: el
poder del capital y de posmodernidad,
para explicar que la economía esta imbricada a una sociedad de gran consumo,
junto con los grandes avances tecnológicos y de medios. A partir de estas
nociones, manifiesta que “El capitalismo estructura la depredación que mueve al
mundo, y es el que condiciona también el juicio de cómo se mira la obra de arte. Esto es:
el individuo “debe ver” como arte lo que el poder demanda.” (Suckaer, 2017: 13). De modo que, la autora
considera que bajo estas condiciones el arte se ve mermado para cumplir con su
contribución. Esto es, la autora
realiza una contundente denuncia cuando manifiesta que la validación del arte
contemporáneo se realiza de acuerdo al
mercado Sin embargo, no le apuesta al desencanto sino invita a conocer el medio y a desenvolverse
en él, y su recomendación es gestionar espacios independientes.
Una vez dibujado su marco referencial
que empodera al arte indígena contemporáneo, Ingrid Suckaer –debido a su
experiencia en curaduría—en la segunda parte de su texto se transforma en un
espacio de exposición de arte, y a su vez visibiliza a la comunidad de artistas
indígenas.
Para ello, considera los elementos
presentes en una exposición: debajo de la obra aparecen datos de identificación
del autor, el nombre de la obra, el año, la técnica empleada, la nacionalidad y
la adscripción étnica. Luego hace referencia a la profesión y las temáticas.
De los datos de la exposición es
relevante destacar las diferentes adscripciones de los artistas; partiendo de
sus identidades nacionales y de su identidad étnica; de esta forma la autora
logra situar a los artistas en contextos históricamente y políticamente
diversos. De modo que, su exposición es multinacional encontrando
representantes de países como Argentina, Chile, Colombia, México, Guatemala y
Panamá; y también multiétnica al autodefinirse estos mismos artistas como
pertenecientes a los pueblos Mapuche,
Misak, Yanacona, Kaqchikel, Maya, Mestizo, Amuzgo, Zapotecos, Mixe y Guna.
Cabe decir que en su obra incluye tanto
mujeres como hombres ─sería interesante que su propuesta también analizase
desde el género las particularidades de la obra de artistas indígenas
contemporáneos mujeres con las de hombres.
Con respecto a los temas de los
artistas indígenas contemporáneos refieren por una parte a la naturaleza, la
exploración del cuerpo, el paisaje que busca un equilibrio entre el ser humano
-lo sociocultural-, la naturaleza, lo mágico y trascendental.
Lo anterior implica que en el arte
indígena contemporáneo destacan las narrativas de distintos niveles de la
realidad indígena: la relación de los humanos y los animales que se articulan
al tiempo y a su imaginario simbólico a través del conocimiento de la tradición
oral y que puede transmitirse por medio de mitos y leyendas; en otras palabras
está presente la memoria local, la tradición, la memoria local, la cosmogonía de
lo ancestral. Asimismo relaciona su pensamiento comunitario mediante un
cuestionamiento de la sociedad global.
Por otra parte, lo contemporáneo en
esta obra se expresa a través del performance, el arte objeto, las velas de cera, la
fotografía, el grabado, la serigrafía, la fotografía estenopeica, el
heliograbado, la instalación y los ensambles, el mural y la pintura en óleo.
El impacto de esta obra, es que permite
abrir el horizonte de estudio del arte en el mundo indígena, pues configura y fundamenta una corriente
artística, y visibiliza a los y las artistas indígenas contemporáneos; por
ende, es un trabajo insoslayable.
[1] Académico de la Universidad Veracruzana
Intercultural sede Totonacapan, México. Correo electrónico: jmartell@uv.mx