Presentación
René Edgardo Rodas[1]
Balajú, Revista de Cultura y Comunicación
ha mantenido desde sus inicios el compromiso de descubrir horizontes y proponer
a los lectores acercamientos novedosos y de una significativa consecuencia
científica, académica y social. Es nuestra intención participar de manera
propositiva en la tan necesaria discusión de temas relacionados con la cultura,
la comunicación y la dimensión social de ambas, en la construcción de una
democracia participativa a partir de conocimientos e información de primer
orden y de acuciosidad investigativa. Es por eso que, con gran satisfacción, entregamos
a nuestros lectores este número correspondiente al semestre enero-julio de 2018
(año 5, número 8).
En este número 8 ponemos a
consideración de los lectores trabajos de índole diversa; todos relacionados
con los temas que nos atañen. Desde trabajos de investigación sobre el papel
histórico de un periódico colombiano en la formación de una nueva provincia,
hasta temas de urgencia para entender el presente, tan afectado –de manera
positiva y negativa- por los avances y alcances de la tecnología de las
comunicaciones, redes sociales y páginas informativas, como Wikipedia. La
participación de editores voluntarios en esta publicación, en México y otros
países, parece ser un espacio de libertad de expresión en busca de proporcionar
artículos acertados y documentados a un público no siempre bien informado.
Una aproximación novedosa nos
da el artículo sobre la violencia contra las mujeres en Chiapas. Documentalistas
de diferente procedencia estudian el fenómeno desde una perspectiva de mujeres,
donde la violencia no es vista desde fuera de la experiencia de las víctimas:
son ellas quienes realizan los documentales y nos dan su perspectiva desde
dentro del fenómeno. No se habla sobre ellas; son ellas hablando, dando su
testimonio, dejando fuera las prácticas de agendas previsibles de los medios de
comunicación hegemónicos, que buscan casi siempre culpabilizar a las víctimas. Estas
mujeres documentalistas han aportado todo un nuevo lenguaje para darles un
espacio propio a las víctimas y visibilizarlas.
Un género cinematográfico
apreciado insuficientemente es el llamado cine negro en México. El artículo
documenta el desarrollo del género, sus heroínas y, a partir de ellas, el papel
de la mujer en el cine mexicano, de tradición machista por excelencia. A partir
de una película, La huella de unos labios
(Juan Bustillo Oro, 1952), protagonizada por Rosario Granados, se examina ese
momento particular en que la mujer deja de ser objeto de la acción –madre,
novia, mujer abnegada y sometida- para convertirse en verdadera protagonista de
esa acción.
Un vistazo agudo y tremendamente
crítico de la llamada “Época de Oro del Cine Méxicano”, es el estudio
biográfico y de la obra de una sus figuras más emblemáticas, Ismael Rodríguez.
El autor detalla con esmero cómo este director de cine “re-creó” la imagen de
Pancho Villa, héroe de la Revolución mexicana y cómo esta recreación ayudó a
formar un mito que no se corresponde del todo con realidad, pero que de todas
maneras interviene decisivamente en la formación de la identidad mexicana hasta
nuestros días, favoreciendo con ello una ingeniería social que busca mantener
un sistema político y darle legitimidad.
El cine ha sido un instrumento
educativo, sobre premisas falseadas. Sobre esto escribió Cine, política y censura en la era del Milagro Mexicano, el crítico
e historiador de cine, Eduardo de la Vega Alfaro, un libro de gran rigor
académico. Reseña el libro Raciel Damón Martínez Gómez, con una diligencia impecable.
El maestro Jesús Alberto
Martell León, Académico de la UVI sede Totonacapan, reseña el libro Arte Indígena Contemporáneo: dignidad de la
memoria y apertura de Cánones. México: Samsara Editorial. Su autora es Ingrid
Suckaer, periodista, crítica, investigadora y curadora del arte moderno y
contemporáneo. ¿Existe el arte indígena contemporáneo? ¿Qué nos impide
apreciarlo y reconocer a sus artistas? Esas son dos de las preguntas más
importantes que nos plantea el libro.
Dejamos en sus manos, quizá
sea mejor decir en las pantallas de sus computadoras, este número de Balajú,
esperando que el diálogo que susciten sus artículos y reseñas sea fructífero.