Estela Casados González [1]
https://orcid.org/0000-0003-0210-7410
RESUMEN: Los medios de
comunicación construyen opinión pública en torno a la violencia hacia las
mujeres. A su vez, son reflejo de la permisividad, tolerancia y naturalización
con la que la sociedad aborda temas como el feminicidio. El objetivo de este
documento es centrarnos en el manejo que se hace desde el fotoperiodismo sobre
los asesinatos de mujeres. El uso de la imagen y la narrativa gráfica de los
hechos nos ofrece una veta de interés a partir de la cual se analizan los
mecanismos que reivindican la identidad de género tradicional y la sujeción
patriarcal que se cierne sobre ella.
PALABRAS
CLAVE: Comunicación, feminicidio, fotoperiodismo,
violencia, violencia de género
ABSTRACT: The media
forms public opinion regarding violence against women. In a way, it can also be
a reflection of permissiveness, tolerance and naturalization with which society
addresses issues such as femicide. The main purpose of this document is to
analyze how photojournalism reflects the murders of women. The use of image and
graphic narrative gives us a standpoint for the analysis of the mechanisms that
defend a traditional gender identity and its subjection to patriarchy.
KEYWORDS: Femicide, gender violence, media,
photojournalism.
Los
medios de comunicación son poderosos conductores de imágenes
y
perfiles humanos, tienen repercusión y crean opinión pública;
pero
también pueden generar reacciones negativas,
de rechazo e indiferencia.
(CIMAC 2011, 40).
Desde 2014,
quienes participamos en el proyecto Aesinatos
de mujeres por razón de género. Feminicidios en la entidad veracruzana,[2]
enfrentamos la experiencia nada grata de registrar lo que los medios de
comunicación informan sobre las violencias de las que son objeto las
veracruzanas: agresiones,[3]
desaparición, homicidio y feminicidio.[4]
Ante
la ausencia de información oficial y oportuna por parte de la Fiscalía General
del Estado y de la Fiscalía Coordinadora Especializada en Investigación de
Delitos de Violencia contra la Familia, Mujeres, Niñas y Niños y de Trata de
Personas que ofrezca un panorama cierto sobre la violencia de género en la
entidad, el objetivo principal del proyecto mencionado ha sido construir un
banco de datos que permita documentar y evidenciar la situación.
Es
pertinente señalar que nuestra pretensión inicial fue rebasaba al poco tiempo
de haber echado a andar esta tarea. De 2014 a la fecha, la revisión exhaustiva
de cuarenta y un medios de comunicación veracruzanos (portales informativos
locales y periódicos impresos),[5]
entre 2014 y 2016, nos encaró con un fenómeno que se desborda en un registro,
en un sólo abordaje teórico y conceptual. Dado lo anterior, observamos y
documentamos los casos tomando en consideración una serie de elementos que
permitieran no quedarnos rezagadas ante la abundante información que ofrecen
los medios de comunicación.
Una
sola nota periodística, las fotos que registran los hechos de violencia contra
mujeres, la narración de la actuación de las autoridades y las agresiones cada
vez más crudas perpetradas por los atacantes, se traducen en diversos tipos de
violencia que las víctimas experimentan simultáneamente y que como
investigadoras podemos observar, analizar y denunciar.
Por
ejemplo, durante el proceso de registro a partir del monitoreo, ha llamado la
atención un patrón constante utilizado en diversas notas informativas que
refieren los sucesos de violencia en donde las víctimas son mujeres. La manera
en que se relatan las historias evidencia valoraciones que poco o nada tienen
que ver con el manejo objetivo de la noticia. Al contrario, recrean y
fortalecen el discurso de género predominante al revictimizar, justificar las
agresiones sufridas culpabilizando a las víctimas y naturalizar la violencia a
través de estrategias discursivas que banalizan y ridiculizan los hechos.
El
objetivo de este documento es enfocarnos en el tratamiento que se hace desde el
fotoperiodismo sobre los asesinatos de mujeres. El uso de la imagen y la
narrativa gráfica de los acontecimientos ofrecen una veta de interés a partir
de la cual podemos analizar los mecanismos que reivindican la identidad de
género tradicional y la sujeción patriarcal que se cierne sobre ella.
Con
este propósito, en la primera parte del documento se expondrá el enfoque que es
referente para el análisis que se presenta en las siguientes páginas.
Posteriormente, se delimita el significado, utilización y pertinencia de un
concepto clave como lo es feminicidio, para después dirigir nuestra atención al
proceso con el que el fotoperiodismo local construye gráficamente las noticias
sobre asesinatos de mujeres.
Para
la realización de este texto parto de la teoría feminista. Ello guarda
implicaciones éticas y metodológicas en el proceso de sistematización y
análisis de la información gráfica. Un principio básico de la ética feminista
es no revictimizar a las mujeres; en todo caso, se les sitúa como un sujeto en
un entramado de relaciones sociales que parten de la construcción sexogenérica
de la persona. Es por ello que no se incluyen las fotografías de las que se
hace referencia en la tercera parte de este artículo. Esta estrategia entraña
el reto de analizar imágenes que, aunque se describen, están ausentes.
La invisibilidad de las mujeres, la
visibilidad de los prejuicios. Análisis crítico de la imagen
Lo que convierte en extraordinario el rol de los medios
de comunicación es su papel de creadores de realidad, pues es muy difícil
determinar cuál es la diferencia entre la propia realidad y la realidad “reconstruida”
por los medios. (García, et al. 2003. En
Bustos 2011, 34).
Alicia Puleo señala que en el mundo de la
comunicación un buen conocimiento del concepto género permite comprender y actuar con sentido crítico e innovador.
Así, la interpretación de cualquier imagen debe ser hecha desde la perspectiva
de las teorías de la construcción social del género (Puleo 2007, 14).
Hay que recordar que
fue a partir de los Estudios de la mujer que se
elaboró la primera formulación centrada en la caracterización de la
subordinación de la población femenina; pero fue gracias a los estudios sobre las mujeres que se han
realizado investigaciones enfocadas en la comparación de las condiciones de
mujeres y varones, así como al interior del conjunto de las mujeres.
Concretamente, los estudios de género enfatizan aspectos específicos de construcción
social y su carácter relacional. Por ello, la categoría género es la idónea
para el análisis de esta dimensión específica de la desigualdad social que se
articula con otras, tales como la étnica y la de clase. Es así como los estudios feministas ponen énfasis en la
voluntad política que subyace al análisis, para la superación de la desigualdad
en razón de los géneros (De Barbieri 2000, 103).
Tal
como señala Elsa Muñiz, género, en tanto categoría analítica,
[…] abrió
posibilidades enteramente nuevas sobre la naturaleza de la investigación
científica. Combinando la teoría feminista con los desarrollos contemporáneos
de la historia, la filosofía, de la ciencia y la sociología, se añadió una
nueva dimensión al análisis, se otorgó importancia a los cuestionamientos
acerca del contenido y práctica de la ciencia y de la interacción con el resto
del mundo natural que los científicos han cultivado históricamente, así como de
las metas que tradicionalmente han sido idealizadas en las ciencias naturales.
La crítica feminista de la ciencia ha argumentado que la ciencia moderna parte
de una estructuración conceptual del mundo que contiene una particular y
específica ideología de género en la que se establece una histórica relación
entre los ideales que la cultura ha otorgado a la masculinidad y las
convencionales concepciones sobre el conocimiento y la razón, así como los
ideales de la feminidad vinculados al cuidado y la naturaleza, o mejor dicho,
al desconocimiento y a la sinrazón […] (Muñiz 2013, 4).
La historiadora
estadounidense Joan W. Scott parte de la idea de que género es una categoría analítica que deposita su mirada crítica en
las relaciones basadas en las diferencias que distinguen a los sexos. Estas
relaciones constituyen una forma primaria de relaciones significantes de poder
(1999, 61).
Desde
dicha categoría hay un cuestionamiento central a la tradición de la ciencia
moderna que se sustenta en dicotomías o binarismos, tales como la oposición
entre sujeto y objeto, femenino-masculino, público-privado, cuerpo-mente,
naturaleza-cultura. En vez de ello, se propone una filosofía encarnada y un
conocimiento social, temporal y espacialmente situado (Haraway en Muñiz 2013,
4).
Scott
agrega en su definición sobre género que éste se encuentra integrado por cuatro
elementos interrelacionados entre sí (Scott 1999, 61-63):
a) Símbolos culturalmente disponibles que evocan
representaciones múltiples y contradictorias.
b) Conceptos normativos que manifiestan, limitan y
contienen las posibilidades metafóricas de los símbolos.
c) Nociones políticas y referencias a las
instituciones y organizaciones sociales.
d) Identidad subjetiva
Los dos primeros hacen alusión a aquellos
contenidos socioculturales que encontramos en los símbolos, las instituciones y
organizaciones desde donde se abordan temas, así como los problemas que aluden
a una valoración y consideración desigual de éstos. Sin que necesariamente se
haga referencia a personas concretas y sexuadas, Scott parte de una percepción
que integra distintos niveles de la realidad social para aprehender y tener una
visión más compleja y completa de ella. No se reduce al análisis de individuos,
sino que parte de la complejidad social en espacio y tiempo para analizar y
comprender las identidades genéricas en el entramado social.
A partir de ello, por
ejemplo, nos es posible observar que en el espacio público se establecen
referentes discursivos que alimentan y recrean la conformación de las
identidades de género tradicionales. Es a través de instituciones como la
iglesia, la universidad o la política que se propagan y legitiman estos
mandatos de género que determinan cómo ser hombre o cómo ser mujer y el papel
que cada uno de ellos debe desarrollar.
Se aprueban
comportamientos y actividades, pero también se sancionan a través de
estereotipos que fijan modelos rígidos de masculinidad y feminidad. Forman
parte del mundo de lo simbólico junto a los diversos discursos de legitimación
de la estratificación (Puleo 2007, 24). Las normas y sanciones de género
funcionan como un refuerzo de la identidad y el estatus de género; muchas de
ellas afectan a la sexualidad, por lo que no nos sorprende que exista un
control universal de la sexualidad femenina (Puleo, 25).
Los medios de
comunicación son un vehículo idóneo para validar y fortalecer estas normas y
sanciones de las que nos advierte Alicia Puleo. Diversos estudios sobre género
y comunicación (Bach, et al. 2000; De
los Ríos y Martínez 1997; Lagunes 2009; De Fontcuberta 1994) han dado cuenta del papel que se les asigna a las
mujeres en esos espacios: podemos encontrarlas como parte de los medios
informativos o como objeto de las notas periodísticas. Ambas esferas nos
devuelven la imagen de subordinación, invisibilización y sujeción con la que
son vistas en prácticamente todo el planeta.
Para aquéllas que
laboran en los medios informativos, a pesar de que estén frente a un micrófono,
como es el caso de las conductoras de programas radiofónicos y televisivos,
continúan siendo invisibilizadas a partir del papel decorativo que se les
asigna y del porcentaje menor que ocupan como lectoras de noticias (CIMAC,
2011).
Por otra parte, cuando
son objeto de la nota periodística, es frecuente que la historia sea narrada a
partir de los clichés frecuentes que
las rodean. Se fortalece la dicotomía buena mujer/mala mujer. Las narraciones e
imágenes que conforman esta estrategia discursiva son clara muestra de ello;
así es como se va tejiendo finamente el discurso de sujeción y opresión que
fortalece la construcción de una identidad femenina tradicional, la cual es
validada por el entorno misógino y patriarcal.
Es
a partir de esta idea que retomo a Teun van Dijk (1997) y su propuesta del análisis crítico del discurso. El autor
expone que
En los objetivos
descriptivos, explicativos y prácticos de los estudios del ACD [Análisis
Crítico del Discurso] radica un esfuerzo para descubrir, revelar o divulgar
aquello que es implícito, que está escondido o que por algún motivo no es
inmediatamente obvio en las relaciones de dominación discursiva o de sus
ideologías subyacentes. El ACD se centra específicamente en las estrategias de manipulación,
legitimización, creación de consenso y otros mecanismos discursivos que
influyen en el pensamiento (e indirectamente en las acciones) en beneficio de
los más poderosos (Van Dijk, 17).
Al analizar
críticamente el discurso expuesto por el fotoperiodismo cuando reporta casos de
feminicidio, describimos y analizamos las imágenes que reproducen y validan la
sujeción del discurso de género hegemónico. Tal como lo señala De Barbieri
(2000), es a partir de la perspectiva feminista que hay un posicionamiento
crítico y político ante ello. Parafraseando a Van Dijk (1997), descubrir, revelar y denunciar, permiten hacer evidente lo que ha sido
normalizado y, por tanto, invisibilizado: la violencia que desde los medios de
comunicación, vía el fotoperiodismo, revictimiza a aquellas que han sido
privadas de la vida.
Las fotografías
del feminicidio no sólo hablan de quién domina sino también de quién o quiénes
pueden permanecer en el olvido, en un sistema que no garantiza el derecho ni el
respeto a la vida. Habría que preguntarnos hasta qué punto puede haber
neutralidad en la visión […]. Nuestros miedos, nuestros deseos, pero también
nuestras aversiones se moldean por las imágenes a las que estamos expuestos
(Berlanga 2018, 24-25).
En las siguientes páginas se analiza la manera en
que algunos medios informativos veracruzanos manejan la imagen de las mujeres
que son víctimas de asesinatos violentos, concretamente de feminicidio.
¿Feminicidio
u homicidio?
El término feminicidio es un anglicismo que data de
1801. Fue utilizado por primera vez en A
satirical view of London at the commencement of the nineteenth century.
John Corry, autor de dicha obra, utilizó la palabra femicide para denominar el “asesinato de una mujer” (Russel y
Harmes 2006, 75). En 1990, Diana Russell y Jane Caputi retomaron el término y
lo enriquecieron al definirlo como “el asesinato de mujeres realizado por
hombres motivado por odio, desprecio, placer o un sentido de propiedad de las
mujeres” (Russel y Harmes, 77).
En la primera década
del siglo XXI, la antropóloga mexicana Marcela Lagarde y de los Ríos atrajo el
término anglosajón como una herramienta que permitiría analizar y visibilizar
los asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, Chihuahua, que se replicaban
velozmente a lo largo y ancho del país. No hay que perder de vista la
resignificación que le dio la autora al deconstruir este concepto para el
ámbito latinoamericano y, concretamente, el mexicano:
[El feminicidio]
no se trata sólo de la descripción de crímenes que cometen homicidas contra
niñas y mujeres, sino de la construcción social de estos crímenes de odio, acumulación
de la violencia de género contra las mujeres, así como la impunidad que los
configura […] el feminicidio es un crimen de Estado, ya [que] éste no es capaz
de garantizar la vida y la seguridad de las mujeres en general, quienes vivimos
diversas formas y grados de violencia cotidiana a lo largo de la vida (Rusel y
Harmes, 12).
A diferencia de
otras regiones de América Latina en donde se utiliza el término femicidio, en México se utiliza la voz feminicidio. Lagarde expone que este
último es una voz homóloga a homicidio
que permite denominar los crímenes de lesa
humanidad que contienen las violaciones, los secuestros y las desapariciones de
niñas y mujeres en un cuadro de colapso institucional.
La Ley
General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV) fue publicada en el Diario Oficial de la Federación el 1 de
febrero de 2007. Constituyó la primera vez que el Estado mexicano hacía
referencia al término feminicidio. Gabriela Atencio (2015) expone que
ese mismo año, el lingüista y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua,
Carlos Montemayor, solicitó la incorporación de la palabra referida al Diccionario de la Real Academia Española
(DRAE):
Homicidio proviene del latín homicidium, cuya radical inicial
proviene del nominativo de homo,
hombre, cuyo genitivo es hominis, que
presenta un alargamiento silábico. Homicidio se forma, pues, con el radical
abreviado hom(-o). Feminicidio, por su parte, tiene como radical inicial el
nominativo fémina, mujer, cuyo genitivo es feminae,
que no presenta alargamiento silábico. Por tanto, se forma a partir del radical
fémin(-a). Sería incorrecto querer componer la voz a partir del acortamiento
fém(ina), para decir femicidio, puesto que no deriva de la palabra francesa femme (cuyo acortamiento sería fem[me]),
sino del latín femina, voz que sigue
teniendo el mismo valor en la lengua española. De fémina y del genitivo feminae se deriva correctamente, pues,
feminicidio (Montemayor en Atencio 2015, 21-22).
En México, bajo el
cobijo e impulso del crimen organizado, el asesinato de mujeres por razones de
género va en aumento. Diariamente siete mexicanas son víctimas de feminicidio.[6]
A pesar de que el país cuenta con leyes que permitirían revertir la situación,
así como mecanismos legales para proteger la vida de las ciudadanas, la
tendencia no ha cambiado. Las cifras oficiales que documentan la violencia
contra niñas y mujeres no están actualizadas o no se dan a conocer.
Y,
a todo esto, ¿qué es un feminicidio y qué no lo es? A partir de la reforma al Código penal del estado de
Veracruz, realizada el 11 de julio de 2012, se establece el tipo
penal de feminicidio. El artículo 367 Bis dispone que comete este ilícito “[...]
quien por razones de género priva de la vida a una mujer” (Gobierno del Estado
de Veracruz 2012, 48). Dichas razones de género son las manifestaciones de
discriminación y odio a las mujeres a través de las cuales se materializa el
feminicidio, lo que permite diferenciarlo de un homicidio doloso (Gobierno…).
El Código Penal de
Veracruz establece que para que los asesinatos de mujeres sean considerados
como feminicidios, deben presentar al menos alguna de las siguientes razones de
género:
1. Que exista o haya existido una relación entre el activo y
la víctima, una relación de parentesco por consanguinidad o afinidad, de
matrimonio, concubinato, noviazgo o cualquier otra relación de hecho o amistad.
2. Que exista o haya existido una relación laboral, escolar o
que implique confianza, subordinación o superioridad, entre el activo y la
víctima.
3. Que la víctima presente signos de violencia sexual de
cualquier tipo.
4. Que presente lesiones infamantes,
degradantes o mutilaciones previas a la muerte, o marcas infamantes,
degradantes o mutilaciones sobre el cadáver.
5. Que hayan existido amenazas, acoso o
lesiones del sujeto activo en contra de la víctima.
6. Que el cuerpo de la víctima sea expuesto
o arrojado en un lugar público.
7. Que la víctima haya sido incomunicada (Gobierno…).
No todos los asesinatos de mujeres son catalogados
como feminicidios, ya sea porque no cumplen con las características antes
enunciadas o porque no se pueden comprobar ninguna de ellas, porque la
autoridad competente no tiene la capacitación ni el equipo especializado.
Lo cierto es que los
asesinatos de mujeres y niñas en el estado de Veracruz se han incrementado en
los últimos años y la tendencia se mantiene. De 2011 a 2013 se contabilizó un promedio de ocho
feminicidios al mes en la entidad. En 2012, noventa y cinco veracruzanas fueron
víctimas de feminicidio y, en 2013, noventa y dos mujeres perdieron la vida a
manos de sus agresores (CIDEM s/f).
Datos recabados por el
proyecto Asesinatos de mujeres y niñas
por razón de género. Feminicidios en la entidad veracruzana, establecen que
en 2014 tuvieron lugar setenta y cuatro feminicidios y, en 2015, fueron noventa
y nueve. En 2016, se registraron ciento noventa asesinatos de mujeres en la
entidad, de los cuales la descripción de los hechos define a ciento cuarenta y
dos de ellos como feminicidios. Octubre fue el mes con más asesinatos de
mujeres en la entidad. Se reportaron treinta.[7]
Tal como lo reporta la Tabla 1. “Municipios
veracruzanos con asesinatos de mujeres en 2016”, de los 212 municipios que
conforman la entidad, en donde se registraron los más altos números de
asesinatos de mujeres fueron los siguientes:
Tabla
1.
Municipios veracruzanos con asesinatos de mujeres en 2016
2016 |
||||
# |
Municipio |
Feminicidio |
Homicidio |
Total |
1 |
Xalapa |
5 |
6 |
11 |
2 |
Veracruz |
5 |
3 |
8 |
3 |
Córdoba |
0 |
6 |
6 |
4 |
Tihuatlán |
5 |
0 |
5 |
5 |
Papantla |
5 |
0 |
5 |
6 |
San Andrés Tuxtla |
4 |
0 |
4 |
7 |
Orizaba |
0 |
3 |
3 |
8 |
Gutiérrez Zamora |
0 |
2 |
2 |
Fuente: Proyecto Asesinatos de mujeres y niñas por razón de género. Feminicidios en la
entidad veracruzana. Facultad de Antropología, Universidad Veracruzana.
El número de
asesinatos de mujeres rebasa por mucho la cifra que cada año se había dado a
partir de este lamentable fenómeno. El espacio de transición que tuvo lugar en
la recta final de 2016, entre un gobernador con licencia, otro nombrado para
ser interino y uno más que gobernaría por dos años, se caracterizó por el
estado de emergencia que aún vive la entidad. Parafraseando a la antropóloga
Rita Segato, en Veracruz el termómetro de la violencia social se depositó en el
cuerpo de las mujeres.[8]
Pese
a la gravedad de la situación, el tema fue ignorado en las agendas de los
gobiernos saliente y entrante. No así para aquellos medios informativos que en
el mes de octubre de 2016 mostraron imágenes de los cuerpos sin vida, víctimas
de feminicidio.
Lamentablemente
en 2017 aumentó el número de veracruzanas asesinadas. La crisis humanitaria y
financiera que vive la entidad constituyó uno de los motivos principales por
los que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) fue removido del palacio
de gobierno estatal como resultado de la contienda electoral para elegir a un
nuevo gobernador, llevada a cabo el 5 de junio de 2016.
Pese
al compromiso de campaña de brindar seguridad a la población de la entidad
hecho por la coalición “Unidos para rescatar a Veracruz”, conformada por el
PAN-PRD,[9]
los asesinatos en suelo veracruzano incrementaron y la vulneración a la
seguridad de quienes habitan la entidad adereza la zozobra de todos los días.
Las mujeres que habitan la entidad
y conforman más de la mitad de la población estatal,[10]
han padecido este recrudecimiento. De acuerdo con lo publicado por los medios
de comunicación locales, tan sólo en el primer año de transición partidista,
doscientas cuarenta y ocho veracruzanas fueron asesinadas. Ciento setenta y
seis de estos hechos presentaron las razones de género para ser considerados
como feminicidios.
Tabla 2. Municipios veracruzanos con
asesinatos de mujeres en 2017
2017 |
||||
# |
Municipio |
Feminicidio |
Homicidio |
Total |
1 |
Coatzacoalcos |
13 |
13 |
26 |
2 |
Córdoba |
7 |
9 |
16 |
3 |
Minatitlán |
10 |
5 |
15 |
4 |
Poza Rica |
9 |
4 |
13 |
5 |
Xalapa |
9 |
3 |
12 |
6 |
Veracruz |
8 |
0 |
8 |
7 |
Ixtaczoquitlán |
6 |
0 |
6 |
8 |
Tuxpan |
4 |
0 |
4 |
Los asesinatos de mujeres se presentaron a lo largo
y ancho de la entidad, tal como lo muestra la Tabla 2. “Municipios veracruzanos
con asesinatos de mujeres en 2017”. Poza Rica y Tuxpan en la región norte;
Córdoba, Ixtaczoquitlán, Xalapa y Veracruz, en la región centro; Minatitlán y
Coatzacoalcos, en el sur. Ya sea en los principales centros urbanos, en la
costa, la montaña o en los municipios de composición rural, están ocurriendo
este tipo de crímenes.
En 2017, junio fue el
mes más violento. Treinta y una ciudadanas fueron asesinadas. De estos casos,
veinte cumplen con las características para ser considerados como feminicidios.
En su mayoría, se desconoce quién fue el agresor, ya que los cuerpos fueron
encontrados en la vía pública o en sus domicilios sin que se sepa cómo
ocurrieron los hechos.
De acuerdo con los
datos recabados por el proyecto universitario, se reportó que cada tercer día
una mujer “desaparecía” mientras se desplazaba a su casa, a la escuela o al
trabajo, sin importar la hora, si era de día o de noche. Aunado a ello, los
medios de comunicación dieron cuenta de sesenta y dos reportes de agresiones
contra veracruzanas, es decir, dos mujeres cada día eran objeto de violencia.
¿Cómo reportan los
medios estos hechos, sobre todo en los casos de feminicidio y homicidios de
mujeres? ¿Cómo son presentados los cuerpos de aquellas que perdieron la vida a
partir de un evento violento?
Imágenes que tienen género
Resulta
imposible hacer buen periodismo sin cuestionarse persistentemente cómo hemos
construido nuestra idea del mundo, y qué tamiz utilizamos para describirlo
ante nuestro
auditorio, ya sea de prensa escrita o de medios electrónicos.
Lydia Cacho
(CIMAC 2011, 2)
Dentro de los
objetivos estratégicos y medidas de la Plataforma de Acción de Beijín o Cuarta
Conferencia Mundial sobre la Mujer, se plantea que los Estados que suscribieron
están obligados a cumplir sus recomendaciones. Algunas de éstas se encuentran
enfocadas en procurar el manejo respetuoso e igualitario de la imagen de las
mujeres en los medios.
Dicha Plataforma de acción lo establece en el
capítulo J:
Debería potenciarse el papel de la mujer mejorando sus conocimientos teóricos y prácticos y su acceso a la tecnología de la
información, lo que aumentará su capacidad de luchar contra las imágenes
negativas que de ella se ofrecen a escala internacional y de oponerse a los
abusos de poder de una industria cada vez más importante […] Fomentar una
imagen equilibrada y no estereotipada de la mujer en los medios de difusión […]
Alentar a los medios de difusión a que se abstengan de presentar a la mujer
como un ser inferior y explotarla como objeto sexual y bien de consumo, en
lugar de presentarla como un ser humano creativo, agente principal,
contribuyente y beneficiaria del proceso de desarrollo (ONU 1995, 108, 110,
111).
Pese a que el Estado mexicano es firmante de estos
acuerdos, en los hechos poco o nada ha logrado para hacer realidad esta
plataforma. Los medios de comunicación sólo son guiados por su línea editorial,
cuando la tienen, sin guardar respeto alguno por su audiencia.
Tal como se señala en el texto Hacia la construcción de un periodismo no
sexista,
los medios de
comunicación siguen situados en la dicotomía de mujeres buenas y malas,
víctimas y victimarias, no importa qué papel o rol ocupen […] la lógica es la
misma, se les mira desde lo que tradicionalmente se le ha atribuido a lo
femenino: sensibilidad, cariño, cuidado de otros y buena presentación (CIMAC
2011, 36).
En el banco de
imágenes que ha generado el proyecto Asesinatos
de mujeres por razón de género. Feminicidios en la entidad veracruzana,
encontramos que las fotografías exhibidas, sin excepción, reflejan el horror,
salvajismo e impunidad con el que las veracruzanas son asesinadas. Muestran
hechos por demás fuertes y dolorosos, pero es el uso de la escena a través de
la lente, lo que llama nuestra atención. Hay una intención fotográfica de quien
maneja la cámara que expresa con contundencia la brutalidad del hecho, pero
también el despojo del último atisbo de dignidad que una mujer puede tener
después de muerta.
Portales
informativos veracruzanos, a la par de periódicos regionales, muestran estas
imágenes. Si bien hay un importante decremento en su uso por parte de los
medios que refieren estas notas, aquellos que aún las utilizan se destacan por
la crudeza de la información que exhiben.
Para
efectos de este documento me enfocaré en dos medios de comunicación. Uno de
ellos es el periódico La Opinión,
cuya cobertura alcanza la zona norte del estado de Veracruz. En sus
publicaciones hace referencia a los municipios de Poza Rica, Cazones,
Tihuatlán, Castillo de Teayo, Papantla, Gutiérrez Zamora, Tecolutla, San
Rafael, Tlapacoyan, Martínez de la Torre, Tuxpan, Tamiahua, Naranjos, Ozuluama,
Cerro Azul, Tancoco y Álamo. Este medio, muy popular entre sus lectores, cuenta
con un tiraje que abarca los municipios mencionados, así como parte del estado
de Puebla.
El
segundo es el portal informativo El
Piñero de la Cuenca. La información que publica se concentra en la llamada
Cuenca del Papaloapan, concretamente en los municipios de Tierra Blanca,
Cosamaloapan, Veracruz, la región de Los Tuxtlas y el estado de Oaxaca. Al ser
un medio que se consulta vía internet, su cobertura trasciende el ámbito
geográfico en donde se generan las noticias que reporta. Es ampliamente
consultado en la zona centro y sur del estado de Veracruz.
Para
el análisis que se presenta a continuación se escogieron tres notas que hacen
referencia a dos feminicidios y al homicidio de una mujer. La elección de éstas
se debe a que las imágenes que muestran los cuerpos de las víctimas son el
vehículo principal del discurso informativo, tal como se describirá más
adelante. En respeto a las mujeres que son exhibidas en las fotografías, no se
incluye referencia a su identidad, ni del municipio y fecha en donde fueron
localizadas. Tampoco se incluyen las imágenes que hacen alusión a ellas, sólo
se describen para efectos del análisis. Únicamente se comparten los nombres de
los medios en donde fue publicada la información de los casos.
Discurso
periodístico: imagen del odio hacia las mujeres
La fotografía es un medio de expresión poderoso.
Debidamente empleada, es un gran poder para nuestro mejoramiento e
inteligencia; mal empleada, puede encender muchos fuegos inoportunos. El
fotoperiodismo, debido al enorme público al alcance de las publicaciones que lo
usan, influye más
sobre el pensamiento y la opinión del público que ninguna otra rama de la
fotografía. Por estas razones es importante que el fotoperiodista posea (además
de la maestría esencial de sus herramientas) un fuerte sentido de integridad y
la inteligencia necesaria para poder entender y presentar un tema correctamente
(Smith 2004, 209).
Nota 1. Publicada en el periódico La Opinión, bajo el título “Empleado municipal ¡estranguló a su
mujer y se ahorcó! [en] El Salón de belleza […] fue asesinada la estilista por
su celoso esposo. La asfixió con un pañuelo y después en su parcela se colgó en
un árbol”.
La
composición de tres fotografías a color ocupa el lugar central de la nota
informativa. Una de las imágenes exhibe a una mujer sin vida que yace en el
suelo. Viste pantalón “capri” que deja entrever su ropa interior negra, porta
una blusa sin mangas, la cual se encuentra levantada dejando ver su torso
desnudo hasta la altura del busto.
En
su cuello se alcanza a distinguir un pañuelo bicolor. El rostro femenino está
ennegrecido por efectos de la estrangulación y el paso de las horas desde que
aconteció el feminicidio. Sus rasgos faciales no se distinguen con claridad en
la fotografía; uno de sus brazos descansa en su abdomen, el otro está en el
suelo. Sus piernas se muestran abiertas. Su cabellera está revuelta. Junto a
ella está un bolso y la base de algunos pedestales de lo que parece ser un
ventilador y una silla.
Otra
imagen de la misma nota muestra a un sujeto “en pie”, sostenido por una soga
que pende de un árbol. Los ojos y la boca cerrados. La cabeza echada hacia un
lado. Los brazos descansan a los costados de su cuerpo, las manos permanecen
entrecerradas. Piernas ligeramente separadas que dan el efecto visual de que él
está de pie, ya que la fotografía sólo lo muestra hasta las rodillas. Porta
camisa deportiva, pantalón con cinturón y camisola. Su ropa luce ordenada e
intacta, bien acomodada y cubre la totalidad de su cuerpo con excepción de las
manos, cuello y rostro. En la fotografía, que fue tomada de noche, se ven
algunos arbustos al fondo.
La
tercera imagen de esta nota resulta ser una foto más pequeña que se encuentra
en medio de las dos anteriores y que, de cierta forma, las enlaza. La manera en
que fueron distribuidas en la página simula un rompecabezas que logra unirse
gracias a esta última foto. Muestra a dos hombres cargando un cuerpo cubierto
con lo que parece ser una manta. Atrás de ellos hay otros dos que ayudan a
cargar el cadáver que llevan en alto.
Nota 2. Publicada en el periódico La Opinión, bajo el título “Todavía
no identifican a la mujer asesinada. Presentó varios golpes en diversas partes
del cuerpo. Podría ir a la fosa común”.
Es
una nota breve que presenta dos imágenes en blanco y negro. Evidencian el
hallazgo de una víctima de feminicidio. Se le ha dado mayor espacio a la
fotografía en donde se muestra el torso de una mujer que tiene el rostro
desfigurado y, por tanto, irreconocible. Porta una blusa oscura, la cual está
levantada hasta la altura de los senos. Los brazos abiertos y extendidos
completamente. La publicación refiere que el cuerpo estaba en estado de “putrefacción”
y hace una descripción exhaustiva sobre la ropa interior de la víctima: “estaba
boca arriba con las piernas fracturadas y vestía ropa interior negra, brasiere
estampado rosa y blusa negra”. Se reitera lo que la imagen muestra.
En
la otra gráfica que acompaña esta información destacan a elementos policiacos
que acudieron al lugar. Tres hombres, uno de ellos vestido de policía, que
toman nota y platican entre ellos. Están de pie y en grupo. Sus ropas y
uniformes cubren la totalidad de sus cuerpos con excepción de manos, cara y
cuello.
Indagando
sobre este caso, encontramos una nota posterior que da seguimiento a la
noticia. Se retoma el título que identifica al caso y a la víctima como mujer asesinada. Ilustra una foto del
cadáver en la misma postura descrita anteriormente. Sin embargo, en esta
oportunidad la imagen muestra al cuerpo completo con el torso inferior
semidesnudo. Yace con las piernas abiertas, mientras cuatro personas que están
de pie la observan detenidamente. Depositan su atención en el rostro
desfigurado que es la parte más perturbadora del cadáver.
Nota
3. Publicada en el portal informativo El Piñero de la Cuenca, con el titular “Hallan
destrozado cuerpo femenino en Veracruz. Dantesco”.
Una práctica recurrente
de este medio es exhibir imágenes de personas fallecidas bajo circunstancias
que mermaron totalmente la integridad física de los cuerpos. Al mostrar las
imágenes en el portal de internet distorsionan levemente la imagen, haciéndola
borrosa o sobreponiéndole letras trasparentes (marcas de agua), lo cual no es
de mucha utilidad porque transparenta el estado que guarda el cadáver y aumenta
la curiosidad de quien ve las publicaciones. “Imágenes dantescas” es una frase
sumamente socorrida y utilizada en la emisión de noticias de este portal
informativo, en donde dichas fotografías ocupan el lugar central.
Las gráficas que
acompañan la nota referida muestran un cuerpo femenino al cual ya no se le
distingue figura humana alguna. Yace en una autopista en la noche. Se describe
cómo las autoridades dieron con los restos mortales: a partir de llamadas de
automovilistas, se les informó que había un cuerpo abandonado en la carpeta
asfáltica de una autopista. En este caso, la información también es breve. Se
destaca por la única imagen a color que acompaña a la página y que llama la
atención de las y los lectores.
¿La imagen de la misoginia?
¿Qué es, en realidad, un reportaje fotográfico, un
relato fotográfico? Algunas veces hay una imagen única, cuya composición
posee tal vigor y riqueza, y cuyo contenido expresa tanto, que esta sola imagen
es ya una historia completa en sí misma. Pero esto sucede muy raras veces. Los
elementos que conjuntamente pueden hacer brillar un sujeto generalmente
están dispersos –ya sea en términos de espacio o tiempo– y reunirlos a la
fuerza es manipularlos, cosa que considero una trampa. Pero cuando se logra
fotografiar tanto la médula como el fulgor del sujeto, esto es lo
que se llamaría un relato fotográfico […] (Cartier-Bresson 2004, 223).
Recordemos que Van
Dijk (1997) en su propuesta del análisis
crítico del discurso enfatiza que hay que descubrir, revelar y divulgar
aquello que manipula y legitima las relaciones de dominación y sus ideologías.
Es necesario realizar este ejercicio de análisis y denuncia porque la violencia
permanece implícita en el quehacer cotidiano, pero también en lo que trasciende
lo fugaz del instante. Trasciende porque educa y naturaliza la dominación y la
violencia.
Al
retomar las notas periodísticas descritas podemos encontrar puntos en común
respecto al tratamiento que el fotoperiodismo da a las mujeres en tanto
objetos, aún después de muertas, y aquello a lo que se desea clasificar como
femenino. Tal como observamos en el cuadro 1. “Características de víctimas y
agresores en las notas periodísticas”, hay elementos que atraviesan lo que
comunican las imágenes referidas.
Tabla
3. Características de víctimas y agresores en las notas periodísticas.
Características |
Nota 1 |
Nota 2 |
Nota 3 |
|
Presentación de la víctima/agresor |
Víctima Cuerpo semidesnudo Cabello desordenado Rostro ennegrecido Piernas abiertas Brazos: uno de ellos sobre el abdomen y otro
en el suelo |
Víctima Cuerpo semidesnudo Cabello desordenado Rostro desfigurado Cuerpo en descomposición |
Víctima Restos de la víctima esparcidos en carpeta
asfáltica |
|
Agresor Cuerpo vestido Simula estar de pie Cabello ordenado Cabeza echada a un lado Ojos y boca cerrados |
Agresor No se establece ni se presenta agresor alguno |
Agresor No se establece ni se presenta agresor alguno. |
||
Presentación de imágenes masculinas |
Agresor: De pie, vistiendo
ordenadamente sus ropas. El estado del cuerpo no presenta rigor mortis. Exhibiendo la soga
alrededor de cuello. Otros: Hombres que cargan el
cuerpo del agresor. Se presenta de pie y con ropa de trabajo perfectamente
ordenada. |
Agresor: No se presenta Otros: De pie con ropa de
trabajo. Observan a la víctima que yace en el suelo |
Agresor: no se presenta Otros: no se presenta |
|
Presentación y disposición del cuerpo de la
víctima |
En el piso de una estética |
En el suelo |
En la carpeta asfáltica de una autopista. Los
restos que exhibe la imagen no permiten distinguir la figura de la mujer a la
que se alude. Se resalta lo amorfo de los restos corporales. Se le
deshumaniza |
|
Presentación y disposición del cuerpo del
agresor |
De pie. Vestimenta ordenada |
No se presenta |
No se presenta |
|
Feminicidio. Hipótesis que cumple el caso. |
Que exista o haya existido una relación entre el activo y la víctima,
una relación de parentesco por consanguinidad o afinidad, de matrimonio,
concubinato, noviazgo o cualquier otra relación de hecho o amistad |
Que el cuerpo de la víctima sea expuesto o arrojado en un lugar
público |
Debido al estado en que se encontró el cuerpo,
no es posible establecer, a partir de la nota, si fue feminicidio, homicidio
o un accidente. Pero el manejo de la imagen destaca para ser analizada |
|
Que presente lesiones infamantes, degradantes o mutilaciones previos a
la muerte, o marcas infamantes, degradantes o mutilaciones sobre el cadáver |
||||
Homicidio. |
A partir de los elementos que caracterizan a
víctimas y agresores cuyas imágenes aparecen o se encuentran ausentes en las
fotografías que acompañan las notas periodísticas, encontramos que
1.
La presentación y exhibición de los cuerpos es
diferente si de hombres o de mujeres se trata. Los cadáveres de ellas son
exhibidos sin ninguna consideración a la dignidad que tuvieron (y tienen) en
tanto personas. Se muestra piel, la mayor cantidad que sea posible. No importa
que el cuerpo esté en avanzado estado descomposición.
Mujeres tratadas como
objeto, muertas, semidesnudas, que “aprovechan una última oportunidad” para
“mostrar” su ropa íntima, aderezada por la vulnerabilidad que les costó la
vida. Así, este último evento en donde un cadáver “se ve obligado” a
interactuar, está marcado por los clichés que se adjudican a la identidad
femenina tradicional: cuestionamiento, descalificación y duda; también la
exhibición burda de su cuerpo y sexualidad.
2.
Presentación de lo masculino. En contraste, las
imágenes asociadas al agresor respetan la dignidad de su cuerpo y su calidad de
persona. Las prendas que le visten permanecen ordenadas y en su sitio. En todo
caso, se exalta la agresividad y fuerza del individuo, pero sin denigrar su
corporalidad, ni sexualizarla.
Se privilegia el contraste entre los cuerpos inertes de hombres y
mujeres para destacar la construcción de sus diferencias y abonar a la
percepción social de éstas. La víctima y el victimario. La vulnerabilidad y la
fuerza.
3.
De los cuerpos femeninos. Es frecuente encontrar
notas periodísticas acompañadas por imágenes que muestran cadáveres desnudos o
semidesnudos, con las piernas abiertas, mostrando en algunas ocasiones su ropa
interior, su desnudez parcial o total. Invariablemente se trata de mujeres.
La imagen que exhibe
desnudez femenina, sin importar cuál es el contexto en donde ésta se presente,
ha persistido a lo largo del tiempo en la prensa y las fotografías que ahí se
muestran. Fue una regla no escrita que cómodamente hizo su transición hacia los
medios digitales. Cada vez más accesibles, vía páginas web y redes sociales,
que son presentadas ante cualquier persona de cualquier edad que posea una
computadora y acceso a portales informativos.
4.
Objetivación de las mujeres. A partir del punto
anterior, se observa que el concepto objeto femenino, tan utilizado en nuestra
cultura, es sumamente socorrido en los eventos límite como es el de la muerte
violenta. La mujer objeto es recreada una y otra vez a partir de la imagen que
la muestra en su vulnerabilidad y decadencia.
Todo ello permite la
vigencia, validez y naturalización de esta figura. Los vehículos que transmiten
estos contenidos son diversos y de fácil acceso: los medios tradicionales
impresos, el internet, los dispositivos tecnológicos como los teléfonos
inteligentes, tableta (o tablet),
entre otros.
5.
Cuerpos subordinados. Las fotografías que dan
cuenta de los feminicidios y homicidios de mujeres repiten la constante de
concentrarse en detalles que resaltan la desventaja, vulnerabilidad y
objetivación de las víctimas. Los cuerpos femeninos son desechables, parece ser
el mensaje de las imágenes.
Cada nota exhibe una y
otra vez, las mismas características con las que se captura la imagen del
cadáver femenino. La repetición de este patrón nutre la indiferencia de quien
observa y lee la noticia, naturalizando el hecho.
6.
Los mensajes implícitos. El lente de quien toma la
fotografía del cuerpo de una mujer al que le fue arrebatada la vida en un
evento violento, constituye un mecanismo aleccionador, tanto para hombres como
para mujeres. Las imágenes son tan ilustrativas como espeluznantes. Llevan el
mensaje implícito de que a las mujeres se les castiga con la vida y se les
exhibe como último acto sancionador. El agresor rara vez está presente, pero
siempre habrá manera de justificarle con dignidad.
La violencia contra
mujeres y niñas ha ocupado un espacio importante en los medios informativos,
pero el hecho de nombrar el fenómeno es reciente. Ello se debe a la toma de
conciencia de la sociedad sobre la gravedad de la violencia feminicida, así
como el posicionamiento de los medios de comunicación al respecto (CIMAC, 2011,
p. 40). Sin embargo, esta puesta en escena de la violencia misógina no se
encuentra exenta de la exacerbación de ésta, abonando hacia nuevos mecanismos
que actualizan y naturalizan la violencia de género.
Hasta la última foto…
La evolución de
la sociedad, sus tradiciones y sus costumbres se alían con las prácticas
productivas, los valores y las creencias propias de la profesión periodística,
que considera natural lo que no es más que una construcción con la que
periodistas, medios y público forman un sistema perfectamente sincronizado que
se retroalimenta de manera continua (Bach, et
al. 2000, 5).
En este texto se
ha aludido a algunas imágenes que, si bien no representan en su totalidad al
fotoperiodismo local, reflejan su gran impacto en los medios de comunicación y,
desde luego, en el público que los consume. El efecto es diverso. Se transita
del horror a la naturalización de la violencia hacia las mujeres y las niñas.
La fotografía que día con día retoma la misoginia con la que se trata al suceso
del feminicidio y de los asesinatos de mujeres en general, construye la
percepción de la identidad de género femenina tradicional, pero también a la
banalización del tema que resalta.
Es
necesario destacar que las imágenes burdas y explícitas no siempre logran
desencadenar la reflexión crítica de quien las observa o de quien las produce.
También existen otras de estética y presentación en las que prevalece el manejo
misógino y patriarcal.
Algunas
autoras señalan que los medios de comunicación son propuestas de lectura de la
realidad, en vez del reflejo de la realidad (Bach, et al. 2000, 5). Cuando esas lecturas son coherentes con el
discurso social que permea a la realidad misma, se convierte en un aparato que
consolida los estereotipos de género y la violencia que va implícita en ellos.
En este sentido, el manejo de las noticias e imágenes sobre las mujeres
víctimas de homicidio y feminicidio constituyen un gran ejemplo del manejo
misógino y violento del tema, de la nota y las mujeres a las que se les
victimiza a través de las imágenes que las muestran en toda su vulnerabilidad.
Los
medios de comunicación son el reflejo de una sociedad que viraliza la violencia
contra las mujeres, las estereotipa y pone en riesgo, que las define en tanto
objetos, arrancándoles cualquier atisbo de humanidad. Hoy en día, las mujeres
siguen siendo noticia fundamentalmente como sujeto negativo: como víctimas de
violencias (De los Ríos y Martínez 1997, 98-99). Ojalá podamos revertir esta
tendencia. Un esfuerzo de largo aliento, en donde la desnaturalización de la
misoginia es la pieza fundamental.
Bibliografía
BACH, Marta, Elvira Altés, Joana Gallego, Marta
Plujà y Monserrat Puig. 2000. El sexo de
la noticia. Reflexiones sobre el género en la información y recomendaciones de
estilo. Barcelona: Icaria. http://eva.universidad.edu.uy/pluginfile.php/308222/mod_resource/content/1/Bach%20et%20al%20%20EL%20SEXO%20DE%20LA%20NOTICIA%20-%20Icaria%2C%20Barcelona%202000.pdf
[Consulta: 25 de abril de 2016].
BERLANGA GAYÓN, Mariana. 2018. Una mirada al feminicidio. México: Universidad Autónoma de la
Ciudad de México, Itaca.
BUSTOS ROMERO, Olga. 2011. “Sexismo en el lenguaje:
claves para erradicarlo en los medios y en las instituciones”. Comunicação
Informação, Facultad de Información y comunicación,
Universidade Federal de Goiás, Goiânia: 19-46. http://basessibi.c3sl.ufpr.br/brapci/index.php/article/download/44805
[Consulta: 23 de julio de 2017].
CARTIER-BRESSON, Henry. 2004. “El instante
decisivo”. En Estética fotográfica. Una
selección de textos, editado por Joan Fontcuberta, 221-236. Barcelona:
Editorial Gustavo Gili.
CASADOS GONZÁLEZ, Estela. 2016. “Impunidad
e invisibilización de los feminicidios en Veracruz”. Clivajes. Revista de Ciencias Sociales (Universidad Veracruzana), núm. 6, año III, (julio-diciembre de
2016): 58-78. http://revistas.uv.mx/index.php/Clivajes/article/view/2149/3901 [Consulta: 10 de octubre 2017].
CIMAC (Comunicación e Información de la Mujer, A.
C). 2011. Hacia la construcción de un
periodismo no sexista. México: CIMAC/ UNESCO.
CIDEM (Colectivo de
Investigación, Desarrollo y Educación entre Mujeres, A.C.). s/f. Monitoreo de la violencia contra las mujeres
y las niñas en los medios de comunicación en Veracruz. Xalapa: CIDEM.
DE BARBIERI, Teresita. 2000. “Acerca de las
propuestas metodológicas feministas”. En Debates
en torno a una metodología feminista, compilado por Eli Bartra, 103-139.
México: UNAM, UAM-X.
DE
FONTCUBERTA, Mar. 1994. “Imagen, mujer y medios”. En Pensar las diferencias, compilado por Mercedes Vilanova, 149-160. Barcelona: Universitat de Barcelona/
Institut Catalá de la Dona. http://www.bdigital.unal.edu.co/47756/1/8447703215.pdf
[Consultado el 25 de abril de 2016].
DE LOS RÍOS PORRAS, Mª
José y Joaquina Martínez Rodríguez. 1997. “La mujer en los medios de
comunicación”. Comunicar. Revista científica
de comunicación y educación, vol. V, núm. 9, 2º semestre, (octubre 1997):
97-104. http://www.revistacomunicar.com/index.php?contenido=detalles&numero=9&articulo=09-1997-14 [Consulta: 10 de abril de 2016].
Gobierno del Estado de
Veracruz. 2012. Gaceta oficial, tomo
CLXXXVI, núm. ext. 228 (11 de julio de 2012).
LAGARDE, Marcela. 2008. “Antropología, feminismo y
política: violencia feminicida y derechos humanos de las mujeres”. En Retos teóricos y nuevas prácticas, coordinado
por Margaret Louise Bullen y María
Carmen Díez Mintegui, 209-239. Donostia:
Ankulegi Antropología Elkartea.
ONU. 1995. Informe de la Cuarta Conferencia Mundial
sobre la Mujer. Beijin: ONU. http://www.un.org/womenwatch/daw/beijing/pdf/Beijing%20full%20report%20S.pdf [Consulta: 27 de abril de 2016].
PULEO, Alicia H. 2007. “Introducción al concepto de
género”. En Género y comunicación, editado
por Juan H. Plaza y Carmen Delgado, 13-32. Madrid: Fundamentos. https://books.google.es/books?id=mpurzKmH-A0C&printsec=frontcover&hl=es&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false
[Consulta: 19 de abril de 2016].
RUSSELL, Diana y Roberta A. Harmes (Eds.). 2006. Feminicidio: una perspectiva global.
México: UNAM, LIX Legislatura de la Cámara de Diputados.
SCOTT, Joan W. 1999. “El género: una categoría útil
para el análisis histórico”. En El
género: la construcción cultural de la diferencia sexual, compilado por
Marta Lamas, 265-302. México: UNAM-PUEG/ Porrúa.
SMITH, W. Eugene (2004). “Fotoperiodismo”. En Estética fotográfica. Una selección de
textos, editado por Joan Fontcuberta, 209-212. Barcelona: Editorial Gustavo
Gili.
VAN DIJK, Teun A. 1997. Racismo y análisis crítico de los medios. Barcelona: Paidós.
Anexo
1. |
La Opinión de Poza Rica |
22. |
El
Mundo de Orizaba |
2. |
Noreste |
23. |
Sonríe
Orizaba |
3. |
El Heraldo de Poza Rica |
24. |
La
Tía Justa |
4. |
Diario Martinense |
25. |
Buzón
Xalapa |
5. |
Noticias Papantla |
26. |
El
Piñero de la Cuenca |
6. |
AVI Veracruz |
27. |
Milenio |
7. |
Diario de Xalapa |
28. |
Gráfico
de Xalapa |
8. |
Al Calor Político |
29. |
Imagen
Siglo XXI |
9. |
Zona Ver Noticias |
30. |
El
Sol de Orizaba |
10. |
El Sol de Córdoba |
31. |
El
Buzón de Córdoba |
11. |
La Nigua |
32. |
Mega
Noticias |
12. |
El Buen Tono |
33. |
Diario
de Acayucan |
13. |
Xalapa al momento |
34. |
El
Heraldo de Coatzacoalcos |
14. |
Guardián Cívico |
35. |
Diario
de Los Tuxtlas |
15. |
El Dictamen |
36. |
Diario
del Itsmo |
16. |
Avc Noticias |
37. |
XEU
Noticias |
17. |
Foto Reporte Xalapa |
38. |
e-Consulta |
18. |
Notiver |
39. |
Infoveracruz |
19. |
Golpe Político |
40. |
Imagen
del Golfo |
20. |
Escribiendo con Tinta Negra |
41. |
60
minutos |
21. |
Versiones |
|
|
[1] Facultad de Antropología, Universidad Veracruzana.
Correo electrónico: ecasados@uv.mx
Fecha de
recepción: 07/10/2018. Aceptado: 30/01/2019
[2] Se desarrolla en la Licenciatura en Antropología
Social de la Facultad de Antropología de la Universidad Veracruzana (FAUV).
[3] Es decir, los tipos y modalidades de violencia, de
acuerdo con lo establecido en la Ley de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre
de Violencia para el estado de Veracruz de Ignacio de la Llave.
[4] Éste último según la reforma al Código Penal de
Veracruz, implementada el 23 de agosto de 2011, para tipificar el delito de
feminicidio.
[5] Consulte el Anexo para conocer los medios utilizados.
[6] Estudios alternos, tales como el de María Salguero
indican que son nueve las mexicanas que son asesinadas diariamente. De acuerdo
con el proyecto universitario desarrollado en la FAUV, en promedio quince
mujeres fueron asesinadas mensualmente en el estado de Veracruz durante el
primer semestre de 2018. Es decir, una cada tercer día.
[7] Los hechos tuvieron lugar en veinte municipios
veracruzanos: Pánuco, Poza Rica, Huiloapan de Cuauhtémoc, Camarón de
Tejeda, Emiliano Zapata, Hueyapan de Ocampo, Xalapa, Córdoba, Carrillo Puerto,
Comapa, Catemaco, Acayucan, Minatitlán, San Andrés Tuxtla, Ciudad Isla,
Moloacán, Las Choapas, Soteapan, Jáltipan y Coatzacoalcos.
[9] Partido Acción Nacional (PAN) y Partido de la
Revolución Democrática (PRD).
[10] En Veracruz hay 8, 112 505 habitantes. 4, 203 365
son mujeres.