ISSN2448-4954

No. 11, Año 6

Agosto-Diciembre 2019

Dossier: La Casa Matus Presentación

Celia del Palacio Montiel

Elissa Rashkin

 

Foto 1. La Casa Matus, c. 1983. Fotografía de Dolores Ochoa Arrazola.

1. El deseo de documentar

El Chalet Matus es un espacio que despierta la imaginación. Los habitantes de Xalapa lo han soñado, lo han idealizado, lo identifican fácilmente con nombres, apodos y referencias reveladores de contextos generacionales. Muchas historias y leyendas se tejen en torno a la casona, referente sin paralelo en la ciudad.

El deseo de documentar la historia de la finca situada en Juárez 126, que actualmente da cobijo al Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación (CECC) de la Universidad Veracruzana, ha ido gestándose desde hace casi diez años. Este dossier es el resultado de la mesa realizada en marzo de 2018, en las propias instalaciones del CECC, a la que fueron convocados los últimos habitantes de la casa, pertenecientes a la familia Matus: Víctor Manuel y José Arturo Vargas Fernández, así como el cronista municipal de Xalapa Vicente Espino-Jara. Participó también la fotógrafa xalapeña Dolores Ochoa Arrazola, quien pudo plasmar, en los años ochenta, los diferentes espacios soñados, evocados, deseados, de la casona. Sus imágenes, y otras de diversas épocas, integran este dossier, junto con los testimonios de los familiares del constructor del chalet y el recorrido que el cronista proporciona a fin de profundizar en el contexto espacial del mismo y en la identidad y el desarrollo del barrio en que se sitúa.

Asimismo, y para complementar las colaboraciones antemencionadas, se incluye un artículo de mi autoría, originalmente elaborado como ponencia para el Seminario de Historias de Familia organizado por el CIESAS y el INAH: evidencia del creciente interés académico en la exploración de los archivos particulares y familiares.

En momentos como los que vivimos ahora, en que los referentes espaciales se han debilitado para favorecer las relaciones virtuales, no hay nada más deseable que evocar los “lugares de la memoria” que tanto significan para las poblaciones que han vivido en su proximidad.

─ Celia del Palacio Montiel

Foto2. Escritorio, Casa Matus. Fotografía de Dolores Ochoa Arrazola.

2. Entre espectros

Indagar sobre el pasado de un lugar es caminar entre fantasmas. Una vieja casa evoca recuerdos de diferentes épocas, algunos sustentados por la documentación histórica, otros productos de rumores, exageraciones y distorsiones que hacen de la microhistoria un campo tan fascinante como peligroso, por lo menos para quienes aspiramos a llegar a una aproximación creíble de la verdad.

Las figuras del pasado, retratadas en blanco y negro, suelen tener sus tonalidades ambiguas; nuevas investigaciones pueden convertir al héroe en villano, revelar el charlatán detrás del ciudadano respetable, o cambiar enfoques de modo que personas olvidadas por la historiografía oficial cobren relevancia y emerjan como protagonistas. La casa que aquí presentamos, convertida en centro de investigación, no deja de encerrar espectros de diversos tipos, desde la sombra que algunas personas ven en el ático, el ruido o el movimiento que provocan que suene la alarma sin causa aparente, hasta las propias experiencias vividas por sus habitantes del pasado y del presente.

Foto 3. Escalera, Casa Matus. Fotografía de Dolores Ochoa Arrazola.

Los imaginarios culturales son, por supuesto, historiables. Las ideas que cada persona proyecta sobre la fachada de la Casa Matus en torno a su diseño arquitectónico, por ejemplo, hablan de la perspectiva de esa persona, su trayectoria de viajes y paisajes; hemos escuchado referencias a su estilo “inglés”, “alemán”, “holandés” y otros, aunque lo apropiado parece ser el estilo llamado Dutch Colonial en Estados Unidos, país en que gozó de gran popularidad en el temprano siglo XX. La influencia estadounidense en Xalapa, encarnada en personajes como William K. Boone y sus colaboradores, entre ellos el ingeniero Matus, es un capítulo de su historia poco explorado, aunque los nietos del empresario, Carmen y William Boone Canovas, lo han difundido en conferencias magistrales, artículos de divulgación e, incluso, en entradas de Wikipedia. Hay huellas de esta historia en los artículos que forman este dossier; futuras investigaciones, sin duda, nos ayudarán a llegar a conclusiones más sólidas. Propongo, de entrada, la posibilidad de entender los elementos “diferentes” de la casa no solamente como expresión de una idiosincrasia personal, sino en el contexto económico transnacional, en que las modas y las innovaciones tecnológicas cruzaron fronteras para adquirir nuevas formas y significados.

Aquí, nos interesan los procesos por los cuales un gesto personal ‒en este caso, la imposición de un estilo de construcción “diferente”, en un barrio histórico tradicional afectado por el sismo de 1920 así como por los movimientos telúricos revolucionarios y posrevolucionarios, a lo largo del turbulento siglo XX‒ se integra en un ecosistema para volverse elemento del folclore urbano. El rico acervo visual, las leyendas familiares y las observaciones de todas las personas que pasan por sus espacios nos siguen inspirando, como trabajadores de la casa y personal editorial de Balajú: motivo por el cual nos da alegría compartir este espacio con nuestro público lector, tanto en la ciudad como en otros rincones del estado, del país y del mundo. Aunque dicen que “ahí espantan”, y bien puede ser cierto en esta epopeya pandémica que ha sido el 2020, las puertas de la Casa Matus, en las páginas de esta revista, quedan abiertas.

─ Elissa Rashkin