ISSN2448-4954
No. 11, Año 6
Agosto-Diciembre 2019
https://doi.org/10.25009/blj.v0i11.2589
El Chalet Matus en Xalapa. Una casa emblemática y la familia que la habitó, 1925-2000
Celia del Palacio Montiel[1]
Este trabajo es una primerísima aproximación a la historia de una casa emblemática de la ciudad de Xalapa, construida en 1925 y que actualmente alberga al Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación de la Universidad Veracruzana.[1] Tomando como base esta casa, acudo a Pierre Nora para recuperar el concepto de “lugares de la memoria” donde se “cristaliza y refugia la memoria colectiva” (Allier, 2008; Nora, 2001). Si estamos de acuerdo en que “no es cualquier lugar el que se recuerda, sino aquel donde la memoria actúa” (Allier, 2008: 167), la casa de Juárez 126 es sin duda un lugar de memoria, no solo para sus antiguos habitantes y para quienes ahora ahí laboramos, sino para cientos de xalapeños que sienten que esta casa activa sus recuerdos y sus sueños.
Foto 1. “Recuerdos y sueños…” Detalle de la casa. Fotografía de Dolores Ochoa Arrazola.
Hablar de la casa implica también hablar de la familia que la habitó por más de setenta años y, en especial, de su constructor, el ingeniero Miguel Ángel Matus Bandala, a quien ya muy pocas personas recuerdan. Con ello, suscribo lo dicho por Mary Kay Vaughan cuando afirma ‒como lo hacen también otros teóricos de la nueva biografía‒ que:
la vida de un individuo […] nos permite penetrar en unos procesos históricos débilmente percibidos, marginalmente examinados o descartados por el macroanálisis. La biografía puede desafiar las narrativas dominantes y sugerir unas narraciones alternativas […] la biografía, escribe Alise Kessler Harris, nos ofrece “un camino diferente hacia el pasado” (Vaughan, 2013: 56).
Con el propósito de recuperar un fragmento de la historia de la ciudad de Xalapa y, en particular, de la casa que da refugio a nuestras actividades de investigación, comencé a indagar en las narraciones que corren de boca en boca por el barrio donde se asienta el inmueble. Después, debido a la celebración del noveno aniversario del Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación en marzo de 2018, invitamos a los últimos habitantes de la casa que pertenecieron a la familia Matus: Víctor Manuel Vargas Fernández y José Arturo Vargas Fernández, bisnietos de Miguel Ángel, quienes nos mostraron algunos documentos y también nos contaron la versión de la historia que les trasmitió su abuela Dinah, hija del ingeniero.
También estuvo presente en aquella ocasión el cronista de la ciudad, el maestro Vicente Espino-Jara, quien expuso datos de la historia del barrio, historia que hasta el momento no se encuentra escrita en ninguna parte.
Estos testimonios son las fuentes principales de este trabajo, además de algunas fuentes secundarias como artículos y libros sobre la historia de la ciudad de Xalapa en la década de 1920 y de algunos de los personajes cercanos a la familia Matus.
Quién fue el ingeniero Matus
Hablar de la casa situada en Juárez 126 nos lleva a averiguar los datos de su constructor. El ingeniero Miguel Ángel Matus Bandala hizo mucho más que diseñar y construir la casa; sus contribuciones al desarrollo de la ciudad son dignas de ser referidas y recordadas.
El ingeniero Matus nació en la ciudad de Jalacingo, Veracruz, el 24 de febrero de 1884, como fruto del matrimonio de Manuel Matus Perdomo y Manuela Bandala de Matus, quienes migraron a Xalapa en diciembre de 1886. Desde muy joven trabajó en la Jalapa Rail Road and Power Company (JRR&PC), primero como office boy del departamento de contabilidad durante diez meses, después como encargado de archivo y, posteriormente, en “su sueño dorado”: el departamento eléctrico. En ese departamento, a la corta edad de 18 años, fue encargado de contratos e instalaciones eléctricas y encargado interino de la casa de máquinas en la planta hidroeléctrica de Texolo, “un puesto bastante importante, y más para una persona de su edad”, dicen con razón los familiares (Víctor Vargas Fernández, en este mismo dossier).[2]
En ese puesto estuvo bajo las órdenes del ingeniero William K. Boone, quien es otra de las figuras señeras de la Xalapa de la primera mitad del siglo XX. Este personaje llegó de Estados Unidos precisamente para trabajar como supervisor de operaciones de la planta de Texolo. Por la inseguridad que produjo la revolución, su familia regresó a Estados Unidos, pero él se quedó en Xalapa, donde ahora es reconocido como un benefactor. Además de trabajar en esa compañía, Boone fundó el Club Rotario, fue vicecónsul un tiempo, formó parte de la Junta de Obras Materiales y fue presidente de la Cámara de Comercio. Murió en la Ciudad de México en 1944, dejando un legado material y un recuerdo imperecedero en la ciudad de Xalapa (Pasquel, 1975).[3]
La JRR&PC era la empresa de ferrocarril que daba servicio de carga y de pasajeros entre Xalapa y Teocelo. El tren fue llamado coloquialmente “El Piojito” y funcionaba con vapor, aunque la idea inicial había sido que fuera un tren eléctrico y que llegara hasta Córdoba. La compañía era propiedad de Louis T. Haggin, hijo del magnate James Ben Ali Haggin, abogado multimillonario, estadounidense de origen turco, que hizo su fortuna durante la fiebre del oro en California: allí se dedicó a coleccionar arte y a criar caballos de carreras. No se tiene evidencia de que haya estado en Xalapa.[4]
El representante legal de la compañía era John B. Frisbie, yerno del político californiano Mariano Guadalupe Vallejo y próspero general enviado por su gobierno a México, donde fue ampliamente favorecido por Porfirio Díaz (San Francisco Call, 12 de mayo de 1909). Frisbie y su familia se establecieron en el país y, al parecer, después de su muerte, por lo menos su hijo León se quedó a vivir en Xalapa. El ferrocarril siguió funcionando aun después de ser expropiado por el gobierno estatal del general Heriberto Jara en 1925 junto con la compañía de luz, y fue cayendo en desuso debido al surgimiento de líneas de autobuses para los poblados que originalmente comunicaba.[5]
La planta hidroeléctrica de Texolo fue inaugurada por Porfirio Díaz el 28 de mayo de 1898, en la cascada del mismo nombre, situada a unos 20 kilómetros de Xalapa, muy cercana al pueblo de Xico, a fin de surtir de energía eléctrica a toda la región. Los empresarios fundadores de esta planta fueron Louis T. Haggin,[6] John. B. Frisbie, William K. Boone, Carlos Laurisier, Manuel R. Gutiérrez y Adolfo S. Domínguez G., de acuerdo con la placa alusiva instalada en el centenario de la planta en 1998. Como se ve, algunos de los inversionistas de “El Piojito” estaban también involucrados en la planta hidroeléctrica, ya que ambas empresas pertenecían a JRR&PC.
Recordemos que a finales del siglo XIX se fueron instalando algunas plantas generadoras de electricidad en diversos puntos del país a cargo de empresarios privados, la primera de ellas en Batopilas, Chihuahua, en 1889. Fue hasta 1937, cuando el gobierno de Lázaro Cárdenas creó la Comisión Federal de Electricidad (CFE), que la generación de electricidad quedó en manos del estado (Ramos y Montenegro, 2012). Las instalaciones mencionadas fueron de enorme importancia para el desarrollo de la ciudad de Xalapa y hasta la fecha siguen surtiendo de energía a toda la región. Cuando la CFE tomó posesión de la hidroeléctrica de Texolo, el ingeniero Matus “fue quien se encargó de reparar los transformadores durante varios años” (VVF).
Miguel Ángel Matus continuó con su desarrollo profesional en la compañía del Ferrocarril Interocéanico, donde también William K. Boone tuvo alguna participación. Este ferrocarril comprendía el tramo entre Xalapa y Veracruz, como pequeña parte del ambicioso proyecto que pretendía unir el Golfo con el Pacífico ‒los puertos de Veracruz y Acapulco‒, el cual no pudo concluirse debido a dificultades técnicas (Kuri, 2019). A la edad de 21 años, Matus fue inspector de telégrafos de dicha compañía. Cuatro años más tarde, se mudó a la Ciudad de México, donde fue electricista en jefe de la terminal de Ferrocarriles Nacionales. En este puesto permaneció solamente cuatro años. Antes de cumplir 30 años de edad, regresó a la Jalapa Rail Road & Power Company, “ahora como superintendente del departamento eléctrico”. A pesar de que el superintendente general de Ferrocarriles Nacionales le llamó en dos ocasiones para que se convirtiera en superintendente general y encargado de telégrafos a nivel nacional, el joven Matus rechazó las propuestas y se quedó en Xalapa.[7]
Cabe destacar que todos esos puestos fueron muy importantes y fue todo un privilegio que se le hubieran ofrecido a un joven como él, quien, además, había cursado la carrera de ingeniero electricista por correspondencia, en la American School of Correspondence de Boston, Massachusetts. Esto nos habla de una preclara inteligencia y de una creatividad que iban a quedar de manifiesto en una serie de inventos que realizó a lo largo de los años y en la propia casa que él construyó. Esta creatividad, así como su capacidad empresarial, se mostraron en una gran visión a futuro, la cual compartió en los diversos espacios de desarrollo de la ciudad de los que formó parte. Iré señalándolos en este trabajo.
En 1918, el ingeniero Matus y su hermano Manuel, siendo de los primeros beisbolistas en la ciudad, acondicionaron el Parque Deportivo Colón, “en el que se jugaba, aparte de beisbol, futbol, tenis y croquet” (VVF). El croquet, de origen inglés, habría sido una práctica exótica en una ciudad tan pequeña como Xalapa; sin embargo, la esposa del ingeniero, Agripina, fue campeona de ese deporte en dos ocasiones.
En el parque Colón, que aún existe, se propició una sociabilidad de élite: la familia del señor Boone, junto a los Matus y los Frisbie, se reunían ahí a jugar tenis. Los descendientes de la familia Matus conservan la primera raqueta de tenis que hubo en Xalapa, propiedad de la familia Frisbie (VVF).
No fueron la única remodelación y construcción que el ingeniero propuso. El 3 de enero de 1920, a las 10 de la noche, un terremoto de una magnitud de 8 grados Richter devastó varias zonas de los estados de Puebla y Veracruz y destruyó buena parte de la ciudad de Xalapa. Los daños fueron considerables: la bóveda de la Iglesia de los Corazones se derrumbó, así como el Palacio de Justicia y el orfanatorio Francisco I. Madero; también se cayeron muchas casas particulares, entre cuyos escombros se encontraron innumerables víctimas (Historia de los temblores en Veracruz: 58-59). Este movimiento telúrico tuvo una gran importancia para la familia Matus por diversas razones que iré contando más abajo. La Junta de Mejoras, de la cual formaron parte tanto Matus como Boone, se hizo cargo de una parte de la reconstrucción; al hacerlo, se implementaron técnicas que abrieron paso a la inminente llegada de automóviles a la ciudad y a la región.
Por esos mismos años, se le encargó al ingeniero que presentara un proyecto para construir un viaducto debajo del Parque Juárez, en el centro de la ciudad, a fin de permitir el paso de los automóviles por la calle trasera al Palacio de Gobierno. Este viaducto existe hoy, pero no con el proyecto de Matus, quien había propuesto la construcción de locales comerciales en una especie de pasaje subterráneo. En aquel momento, lo que se construyó fue una rampa (calle que aún existe), propuesta por el ingeniero Boone, cruzando el Parque Juárez. Probablemente junto a su jefe y amigo, también participó en la construcción del camino de automóviles en el cerro Macuiltépetl y del camino de automóviles a Veracruz (Boone y Boone, 2009).
Matus utilizó su creatividad para fabricar numerosos inventos, algunos de ellos muy pintorescos:
A los 19 años creó un interruptor electromagnético para proteger los motores eléctricos. A los 25, un limitador y registrador de velocidad para tranvías eléctricos, que se pudo aplicar para trenes de cualquier medio de tracción. Posteriormente, una mesa de dibujo que tenía en su despacho, totalmente diferente a las ya existentes, en la que estaba previsto todo lo que pudiera desearse. Una alarma que se instalaba dentro de los ataúdes, con la finalidad de que, si por razón de catalepsia una persona era enterrada viva, la hiciera sonar, y de manera inmediata recibiría respuesta y ayuda de la administración del cementerio (VVF).
El chalet Matus
Habrá que entender los inventos y adelantos constructivos del ingeniero en un momento de ebullición general en Xalapa. En 1925, durante la administración del gobernador Heriberto Jara, llegaron a la ciudad Manuel Maples Arce y Germán List Arzubide, seguidos por otros integrantes de la vanguardia estridentista. Ellos llamaron a la ciudad “Estridentópolis” y contribuyeron a su modernización. Como parte de una visión de futuro para Xalapa, auspiciada desde el gobierno de Jara, se planeó la construcción de una ciudad jardín donde proliferaran las antenas de radio, lugares para hacer deporte al aire libre, una ciudad universitaria que se erigiera en medio del bosque de niebla y que reuniera a miles de jóvenes; se proyectó que junto a ella se fincara una colonia obrera con todas las comodidades y para que los trabajadores convivieran con los estudiantes en un solo espacio democrático de cara al progreso. En este contexto, se planeó la construcción de un estadio de grandes proporciones (Rashkin, 2014; Castro, 2016).
En 1922, el ingeniero Boone localizó el terreno más propicio: la Ciénega de Melgarejo, que entonces era un nido de mosquitos. El terreno fue drenado y rellenado bajo la dirección de la Cámara de Comercio, de la que Boone era presidente, con la mano de obra de la Jalapa Railroad and Power Company, de la cual, como se dijo, él era vicepresidente. El Stadium Jalapeño fue inaugurado el 5 de mayo de 1922 con unos juegos de atletismo; dos días después, la Cámara de Comercio contrató al cirquero del aire Frank Hawks para que aterrizara en el estadio “ante el asombro de los espectadores”. Este fue el primer estadio de México y el segundo en América Latina que tendría cabida para 30,000 personas (Boone & Boone, 2009: 39-41).[8]
Tres años más tarde, en solo tres meses, el ingeniero Modesto C. Rolland construyó toda la estructura de ese mismo estadio. Él aplicó técnicas sumamente novedosas, como el concreto armado, para construir el techo volado más grande de México. El 20 de septiembre de 1925, el estadio fue inaugurado con la presencia del presidente de la república Plutarco Elías Calles y numerosos visitantes ilustres. Hasta la fecha es considerado como una construcción vanguardista (Castro, 2016).
Volviendo al terremoto de 1920, este también fue significativo para la familia Matus ya que, gracias a este suceso, el ingeniero tuvo la posibilidad de comprar el terreno situado en la actual calle de Juárez número 126, esquina Betancourt, el 22 de junio de 1921.[9] Eran 737 metros cuadrados de la que había sido la casa de Benito F. Medina y que estaba ya en ruinas. Esa casa antes perteneció a doña Rosa Alba viuda de Cervantes (VVF).
Toda esa zona estaba escasamente habitada. La cuesta del Tío Machado llegaba hasta la actual calle de Úrsulo Galván, pero era apenas una vereda angosta. Una cuadra arriba, estaba la Iglesia de los Corazones, erigida a finales del siglo XIX. Pocas calles más adelante, por la llamada calle del Chorro Poblano ‒pasando El Desbarrancadero, donde actualmente se encuentra el controvertido Monumento a la Madre erigido en 1957 y censurado por algunas señoras de la sociedad conservadora de entonces por su escaso ropaje (VEJ)‒, se llegaba a los terrenos donde habían ahorcado a algunos enemigos de la revolución en la primera década del siglo XX.
Los habitantes de la hoy llamada Sexta de Juárez refieren leyendas de aparecidos por todo aquel lugar.[10] En 1925, el que hoy es el Parque de los Tecajetes, a pocas calles de la casa, fue otorgado por el gobernador Jara a un grupo de agricultores chinos que habían sido desalojados años antes de los terrenos de la Ciénega de Melgarejo que habría de ocupar el ya referido Stadium. Aprovechando la abundancia de agua limpia del lugar, los chinos sembraron ahí diversas hortalizas (VEJ).
“Para febrero de 1921 empieza [el ingeniero] la construcción de su obra cumbre, la cual casi concluyó (98%) en agosto de 1925, fecha en la que la habitó junto con su esposa Agripina Galván Kerber y sus ocho hijos: Rigoberto, Dinah María, Lidia, Miguel Ángel, Delia, Carlos, Yonné Luz María y Yolanda del Carmen” (VVF; Xalapa Antiguo, junio 2013). Sin tener ningún conocimiento de arquitectura, Matus se arriesgó a diseñar la “casa de sus sueños”. Acorde a la moda de la época, esta era un chalet “estilo holandés”, dicen los familiares, aunque yo le encuentro enorme parecido a los chalets de Nueva Orleans.[11] La casa constaba, y sigue constando hasta ahora, de
Sótano, pórtico, estudio, sala-comedor, antecomedor, baño completo, cocina, cuarto de lavado y baño de servidumbre, en la planta baja. En plana alta, cuatro recámaras, cuarto de lectura-televisión, terraza y dos baños completos, de los cuales, uno tenía tina y bidet. Arriba, una buhardilla y una techumbre de siete aguas, totalmente hecha de madera, recubierta con lámina de zinc y fibra de vidrio y, además, forrada con telas verdes traídas especialmente para ese fin desde el estado de California, Estados Unidos, mismas que al tiempo tuvieron que ser retiradas, ya que no hubo un pegamento que las mantuviera adheridas y era común que se desprendieran (VVF).
Esta techumbre de siete aguas es, hasta la fecha, única en Xalapa; y las vigas de los techos, así como las telas originales, se transportaron desde Estados Unidos. De ahí puede venir la versión que luego se manejó referida a que la casa entera había sido transportada en partes desde Nueva Orleans, siendo prefabricada y comprada por catálogo.[12]
La casa se llenó de invenciones poco comunes para las viviendas de la época, como un sistema de intercomunicación, un sótano de tierra con ventilas que aseguraban una temperatura fresca y un nivel de sequedad poco común en una ciudad que fluctúa entre 70 y 80 por ciento de humedad en el aire, sobre todo en el invierno, así como un pararrayos único para proteger el techo de lámina. La escalera conocida como “de medio paso”, que llevaba al ático, es uno de los componentes más entrañables de la casa. Comida por la polilla después de 80 años de servicio, tuvo que ser desechada hace poco tiempo, ante la imposibilidad de repararla. Dadas las modificaciones que se hicieron en los años ochenta del siglo XX a algunas calles del centro para ampliarlas, el chalet, al igual que muchas casas de la avenida Juárez, sufrió un recorte de varios metros en el frente, con lo cual se perdió la proporción que tenía en sus inicios.
El ingeniero Matus falleció el 27 de diciembre de 1977 y su esposa Agripina, el 2 de abril de 1978. La propiedad fue heredada por las hermanas Yolanda, Delia y Dinah. Esta última había estado casada con el señor Cutberto Fernández Rafaelly, célebre médico homeópata, y de esa unión nació, en 1944, Yonné Gabriela Fernández Matus. Poco después la pareja se divorció y Dinah regresó al chalet de sus padres a vivir con ellos hasta la muerte de la pareja. Al hacerse adulta, Yonné, la hija de Dinah, se casó con el señor Vargas, de cuya unión nacieron 5 hijos: José Arturo, Víctor Manuel, Yonné Gabriela, Francisco Alejandro y Miguel Ángel Vargas, últimos integrantes de la familia que vivieron en la casa (Vargas Fernández, en Xalapa Antiguo). El 13 de marzo de 1985 falleció la señora Yonné, quedándose los cinco hijos al cuidado de Dinah, ya que el padre de los niños también había fallecido en circunstancias trágicas.[13] Dinah falleció el 27 de diciembre de 1998 a la edad de 83 años, y los niños, ya jóvenes, se quedaron como únicos habitantes de la casa.
Fotografía 2. Dinah María Matus Galván, Víctor Manuel Vargas Fernández (en brazos), Ing. Miguel Ángel Matus Bandala, Yonné Gabriela Fernández Matus y José Arturo Vargas Fernández (en brazos). Colección de la familia Vargas Fernández.
Catorce años después, en 1999, la familia tomó la decisión de vender la finca. Durante esos años, surge entre los habitantes de Xalapa la leyenda de la casa encantada o casa de brujas, pensando que estaba abandonada. Los familiares afirman que nunca estuvo desocupada, sino hasta el día en que la entregaron a su nuevo dueño, dejando incluso en ella la biblioteca del ingeniero y otros objetos, dada la prisa por desocuparla.
Foto 3. Detalle de la casa. Fotografía de Dolores Ochoa Arrazola.
Varios vecinos me refirieron que en esos años la casa “estaba abierta para quien quisiera entrar” y que ahí se realizaban fiestas multitudinarias donde todos estaban invitados, constituyéndose la casa en un referente muy apreciado entre las nuevas generaciones de xalapeños, que la consideraban un poco suya. Algunos de ellos refieren accidentes entre los jóvenes que ahí acudieron. Esto es negado por la familia.
Jorge Saldaña, originario de Banderilla y comunicador muy célebre en las décadas de los sesenta a los ochenta, hizo una oferta a los jóvenes. Él mismo me narró el estado lamentable en que se encontraba la casa y que la familia estaba dispuesta a venderla a un precio muy bajo. Según lo que Saldaña me comentó personalmente, pagó poco más de un millón de pesos por la enorme finca.[14] Aparentemente, Saldaña conocía muy bien la casa desde la infancia “porque su papá le solicitó a mi bisabuelo le diseñara un chalet para su rancho en Banderilla, en el que […] vivió el señor Saldaña hasta su muerte […] desde entonces se enamoró de esta propiedad al conocerla en sus mejores épocas, la cual adquirió el 31 de agosto del año 2001” (VVF).
Su hija Georgina Saldaña, siendo profesional en la materia, tuvo a su cargo el proyecto de restauración de la casa. A decir de los familiares del ingeniero, Georgina hizo alteraciones sustanciales a la misma: instaló un enorme vitral en la sala, eliminó la puerta de cristales que dividía el hall de la entrada del antecomedor, cerró la escotilla original del pasillo superior que llevaba a través de la escalera de medio paso hasta la buhardilla e instaló en su lugar una escalera más pesada en lo que fue uno de los baños; eliminó la tina del baño de la primera planta y quitó la puerta y la escalera que llevaba cómodamente de la primera planta hasta el sótano.[15]
Saldaña primero rentó la casa a la Universidad Veracruzana en marzo de 2009 y logró vendérsela a la misma institución unos cuantos meses más tarde. El periodista me confió que originalmente había ofrecido al gobernador Fidel Herrera la casa, con el fin de convertirla en carta de protocolo del Gobierno del Estado. El astuto político le dijo que sí, pero una vez que estuviera habilitada. Saldaña corrió con todos los gastos y, cuando buscó de nuevo a Herrera Beltrán para concretar la propuesta, este ya no respondió a sus llamadas. Saldaña instaló en la casa sus oficinas (todavía me tocó ver los muebles) y poco después comenzó a recibir llamadas de amenaza y de extorsión por parte del grupo delictivo los Zetas, por lo que decidió rentarla o venderla. Recibió propuestas de habilitarla como restaurante, pero consideró que la finca se maltrataría innecesariamente, por lo que prefirió ofrecerla a la universidad.[16]
Desde marzo de 2009, el Centro de Estudios de la Cultura y la Comunicación ocupa el inmueble. Siendo la sede de un centro de investigación donde, además, se imparte docencia de posgrado, debieron hacerse modificaciones importantes en los espacios: la cocina se convirtió primero en espacio administrativo y después en extensión de la biblioteca; el cuarto de lavado se convirtió en cocineta y área de servicio; la gran sala-comedor es ahora aula y auditorio; las recámaras se convirtieron en cubículos para los investigadores y el ático es un salón de clases, al igual que el que fuera taller del ingeniero en los confines del patio trasero. La Universidad Veracruzana ha mantenido su compromiso con el histórico inmueble y ha dado el mantenimiento necesario en la medida de sus posibilidades. En noviembre de 2019, con motivo del décimo aniversario del Centro, las autoridades universitarias y el actual coordinador del CECC, el doctor Homero Ávila Landa, en compañía de la familia Vargas Fernández, develaron una placa donde se hace público el nombre original de la casa: Chalet Matus.
Foto 4. Chimenea de la sala. Colección de la familia Vargas Fernández.
Cuando recién nos instalamos en el inmueble, muchas personas comenzaron a referirnos historias de fantasmas. Se dice que una mujer vestida de blanco sale de la casa a media noche y canta con una voz delicadísima, en el promontorio del patio trasero. Algunos relacionan esa historia con la trágica muerte de la señora Yonné, quien cantaba muy bien.[17] Otros dicen haber oído ladridos y aullidos de perro en el sótano (hay unas ventilas que dan a la calle) y esto probablemente está relacionado con que, en efecto, la perra la Negra dormía en el sótano, que es de tierra y se conserva con buena temperatura todo el año.
Se refieren otras historias, como la que cuenta de un trabajador que, al desbrozar el árbol de jinicuil de la entrada, se cayó y se desnucó, así que, desde entonces, se oyen sus gritos por la noche; pero ni la familia ni quienes ocuparan la casa brevemente después recuerdan tan traumático incidente. Otros hablan de niñas o de mujeres que se asoman por las ventanas del ático, y más de una persona (incluida nuestra compañera encargada del aseo que llegaba muy temprano) refiere haber visto las luces del sótano prendidas en primeras horas de la mañana o encontrar las ventanas abiertas después de haberlas cerrado cuidadosamente el día anterior. Otros colegas cuentan haber visto sombras en el ático o haber sentido presencias, haber visto objetos moverse de lugar o haber visto cómo puertas perfectamente cerradas se abrían solas.
Estas historias se unen a los hechos lamentables que han tenido lugar a pocos metros de la casa, desde el asesinato del dueño de la tienda La Guirnalda, que era un referente para los xalapeños, hasta el presunto crimen de odio contra una pareja de homosexuales que vivía en mitad de la calle de Betancourt, hacia la Avenida Ávila Camacho, en la década de 1990, hecho que conmocionó a los xalapeños de entonces. En años muy recientes, el asesinato del profesor universitario José Luis Blanco, así como el de la profesora Guadalupe Mora Palacios ‒muy querida en el ámbito cultural‒, en la calle Betancourt, a poca distancia de la casa, han contribuido a alimentar esta atmósfera ominosa que rodea la finca.
Como resultado de todo esto, diré que los primeros años (y aun ahora), la gente ha acudido a nuestros eventos con el único fin de conocer por dentro la casa, ya que en el imaginario de muchos la casa es un lugar emblemático, sea como casa que provoca miedo o como propiedad deseada: es la “casa de los sueños” y motor de fantasías de todo tipo de más de un xalapeño. De cualquier modo, funciona como un verdadero “lugar de la memoria”.
A través de la historia del ingeniero Matus podemos vislumbrar la historia de Xalapa en los años veinte del siglo pasado, la historia de las inversiones extranjeras en la región, las ansias de modernidad de los gobernantes posrevolucionarios, además de la historia de una familia a lo largo de casi 80 años.
Referencias
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BOONE, W. K. y C. Boone (2009). “Caminos gemelos en espiral al cráter de un volcán”, Contrapunto. 4(12), 36-53.
CASTRO, J. (2016). “Un estadio para Estridentópolis: Modesto C. Rolland y su visión moderna de Xalapa”, Balajú. 5, 3-17.
Historia de los temblores en Veracruz (s.f.), s. p. i.
KURI RODAL, A. (2019). La historia del tendido de los ramales ferroviarios en las cercanías de la ciudad de Xalapa: obra pública y transformación del espacio, 1876-1922. Tesis de Maestría en Ciencias Sociales, Universidad Veracruzana.
NORA, P. (2008). Les lieux de memoire. Ediciones Trilce.
PASQUEL, L. (1975). Xalapeños distinguidos. Editorial Citlaltépec.
RAMOS GUTIÉRREZ, L. y M. Montenegro Fragoso (2012). “Las centrales hidroeléctricas en México, pasado, presente y futuro”, Tecnología y Ciencias del Agua. (3)2, 103-121,
http://www.scielo.org.mx/pdf/tca/v3n2/v3n2a7.pdf.
RASHKIN, E. (2014). La aventura estridentista. Historia cultural de una vanguardia. Fondo de Cultura Económica, Universidad Autónoma Metropolitana, Universidad Veracruzana.
San Francisco Call (12 de mayo de 1909). University of California at Riverside Center for Bibliographical Studies and Research, California Digital Newspaper Collection, https://cdnc.ucr.edu/?a=d&d=SFC19090512.2.20&e=-------en--20--1--txt-txIN--------1.
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Xalapa Antiguo. Página de Facebook. (2013). Recuperada el 20 de junio de 2018.
[1] Una primera versión de este texto fue presentada en el Seminario Memoria Ciudadana. Recuperación de la vida cotidiana a partir de fuentes familiares y personales, del INAH, CIESAS-Occidente y CIESAS-Noreste, llevado a cabo en Monterrey, Nuevo León, los días 14-15 de noviembre de 2018. Quiero externar mi especial agradecimiento a los colegas del Seminario que enriquecieron este trabajo con sus observaciones; sobre todo, agradezco a Elissa Rashkin, quien hizo atinados comentarios y corrigió algunos errores contenidos en la versión original.
[2] Los testimonios de Víctor Vargas Fernández (VVF) y su hermano José Arturo (JAVF), junto con las reflexiones del cronista municipal Vicente Espino-Jara (VEJ), también forman parte de este dossier, por lo cual se citan en adelante con sus iniciales. [N. de la E.]
[3] “William K. Boone” en Wikipedia. Consultado el 30 de junio de 2018 en: https://es.wikipedia.org/wiki/William_K._Boone. (Aunque las entradas de Wikipedia no mencionan sus autores, las referentes a Boone y a sus actividades fueron elaboradas, por lo menos inicialmente, por algunos de sus descendientes, quienes mantienen un extenso archivo familiar [N. de la E.]).
[4] “James Ben Ali Haggin” en Wikipedia. Consultado el 30 de junio de 2018 en: https://en.wikipedia.org/wiki/James_Ben_Ali_Haggin.
[5] Sobre este proyecto y los ramales ferroviarios en las cercanías de Xalapa en el periodo mencionado, consúltese Kuri Rodal (2019).
[6] La placa citada plasma incorrectamente el nombre: cambió el apellido por “Higgins”.
[7] Comunicación personal con los hermanos Vargas Fernández, marzo de 2018.
[8] El ingeniero Boone envió un artículo a la revista Popular Mechanics, en 1923, para enfatizar los logros de la Cámara de Comercio que él presidía. En él se describieron los adelantos que se estaban llevando a cabo en Xalapa, sobre todo el camino para automóviles construido en el Cerro del Macuiltépetl, “el que supone ser el camino más peculiar del mundo”, el Stadium Jalapeño y otro camino para automóviles, cerca de la costa veracruzana, “rumbo a los Estados Unidos”, además del nuevo acceso al centro de la ciudad que permitió la introducción y uso en la ciudad de 150 automóviles. Las fotografías de la familia Boone dan cuenta también de muchos de estos adelantos: la construcción de un gran hospital civil que no fue concluido ni usado para esos fines posteriormente, el camino de la actual ciudad de Cardel (antes San Francisco de las Peñas) a Nautla, un camino de Xalapa a Veracruz, otros de Xalapa a Coatepec y de Xalapa a Banderilla, “así como otros proyectos de promoción turística” de los años 1922-1923. Este artículo fue traducido, contextualizado y completado con una historia del Cerro del Macuitépetl por Carmen Boone y publicado, como indica la lista de referencias, en la revista Contrapunto, en 2009.
[9] Juárez era entonces llamada El Chorro Poblano, luego sexta de Juárez, y los números de la casa fueron 78 y antes 2. Betancourt se llamaba Cuesta del Tío Machado (VEJ, en este mismo dossier).
[10] Comunicación personal, Alfonso Colorado Hernández, 2018.
[11] El estilo Dutch Colonial fue tan popular en la década de 1920 en Estados Unidos que empresas como Sears compilaron catálogos en que vendieron no solo los planos por correo, sino los materiales y accesorios complementarios como lámparas y chimeneas. Por lo tanto, el estilo novedoso que el ingeniero Matus llevó a Xalapa reflejaba las modas internacionales de que era conocedor, seguramente por su asociación con estadounidenses como Boone y Frisbie. Véase, por ejemplo, Sears & Roebuck Co., One House or a Hundred, 1920, consultado el 30 de agosto de 2020, en
https://archive.org/details/onehouseorhundre00sear/mode/2up.
[N. de la E.]
[12] Comunicación personal con Jorge Saldaña, febrero de 2009. Esta versión tiene visos de ser verdad, dadas la información referida en la nota al pie anterior y otras fuentes anecdóticas al respecto.
[13] Comunicación personal con Oscar Montalvo, diciembre de 2017.
[14] Comunicación personal con Jorge Saldaña, febrero de 2009.
[15] Comunicación personal con los hermanos Vargas Fernández, marzo de 2018.
[16] Comunicación personal con Jorge Saldaña, febrero de 2009.
[17] Comunicación personal con Oscar Montalvo, diciembre de 2017.
[1]Universidad Veracruzana, México. Correo electrónico: cdelpalacio@uv.mx