Presentación
EL CLAMOR DE LOS SIGLOS 

 

¿Qué es una revista de cultura y comunicación? Cuando nos llegan textos para consideración, no es complicado distinguir entre el material que tal vez tenga cabida y el que decididamente no. Sin embargo, es difícil describir, de manera general, las demarcaciones de nuestro campo de estudios. Porque sí, se trata de un campo particular, posiblemente el más amplio o uno de ellos, pero abordado con el mismo rigor que se encuentra en otras disciplinas. No hacemos periodismo, por ejemplo, ni creación literaria, aunque con cierta frecuencia analizamos literatura y prensa, junto con otros artefactos y procesos comunicativos y culturales.

Quizás, en este sentido, se vale hacer eco del escritor vanguardista Germán List Arzubide, quien presentó su revista Horizonte (Xalapa, 1926-1927) indicando que publicaría “artículos, comentarios, críticas de los mejores autores internacionales y del país, sobre ciencias, artes, cuestiones sociales y políticas que sean de actualidad y de interés […] Aquí cabrá todo lo que va, todo lo que se levanta; en sus páginas queremos que se oiga el clamor con que un siglo avanza”.[1]   Aunque se trata ya de otro siglo y de otros clamores, ¿por qué no? A una centuria de las tempranas vanguardias latinoamericanas –tema, de hecho, de nuestro próximo número 17–, no está mal recuperar la pasión con la que se publicaba antaño, ahora en un contexto enmarcado por el OJS y otros elementos topográficos del ecosistema digital.

La riqueza del presente número justifica la fe en el proyecto y su apertura a la diversidad temática “de actualidad y de interés”. Entre sus páginas, José Santiago Francisco nos acerca a los valores que el idioma totonaco otorga a los sentidos, destacando la importancia del olfato por encima de la vista, en distinción del régimen óculo-centrista de las sociedades formadas en el pensamiento occidental. Luego, Verónica Trujillo Mendoza y Carlos Edwin Morón García examinan la Seniljuitl, celebración dedicada al maíz y realizada por el estudiantado de la Universidad Intercultural del Estado de México, como una propuesta de reconfiguración étnica. Emplean la semiótica para analizar la transformación de imaginarios en torno al maíz y, por extensión, la labor agrícola, el territorio y las identidades indígenas en el contexto contemporáneo.

En otro orden de experiencias juveniles actuales, Ariel Gómez Ponce reflexiona sobre los imaginarios cultivados en la pornografía gay producida por el exitoso estudio BelAmi, en especial las versiones que hace del bildungsroman o novela de la educación y sus supuestos en torno a la masculinidad en construcción. Néstor Jaimen Lamas, por su parte, hace un repaso del concepto de utopía en estrecha relación con el universo tecnológico, valiéndose de la metodología de Teun van Dijk para desenredar los supuestos en torno al poder en los discursos tecnoutópicos. Carlos Humberto Franco Castillo y César Antonio Sotelo Gutiérrez también examinan el lenguaje, en este caso en la novela Guerra en El Paraíso, para destacar la tesis de Carlos Montemayor referida a que “los levantamientos guerrilleros tienen origen en una violencia institucional por parte del Estado, que busca refundar sus instituciones retomando a grupos insurgentes como chivos expiatorios”. El tema no ha perdido vigencia, tanto por la reapertura de las investigaciones sobre los sucesos violentos de 1968 y 1971 en México como por las lecciones que aporta a casos recientes como la desaparición, en 2016, de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

Los carnavales y otras festividades populares han sido objeto de interés continuo en los estudios culturales, como lo constatan números anteriores de esta revista. Aquí, Marciano Netzahualcoyotzi Méndez aporta un análisis del papel social de las mascaradas y el carnaval de Tlaxcala, durante los siglos XVII al XIX, como instancias de contención y de catarsis social. Complejidad similar se encuentra en el artículo de Kevin M. Anzzolin, quien estudia la obra costumbrista Perfiles del terruño (1902), del escritor veracruzano Cayetano Rodríguez Beltrán, a través de la biopolítica, para revelar procesos de sujeción que surgieron en el Porfiriato, posterior a la abolición de la esclavitud en el país.

Liliana González Austria Noguez también escribe sobre el sureste mexicano, pero en el periodo del Clásico Temprano, para indagar sobre K’ab’ Tuun Hix: gobernante maya de la dinastía de Kaan, en el actual estado de Quintana Roo. Si este texto interpela en primer lugar a especialistas en estudios arqueológicos mayas, su cuidadoso rastreo y recreación de glifos y de otros datos participa en la arqueología del conocimiento ‒discursivo, lingüístico, visual‒ abordado también en los otros artículos del número. Finalmente, Cecilia del Mar Zamudio Serrano reseña la Discografía general del son jarocho en los Estados Unidos compilado por Rafael Figueroa Hernández: obra que confirma que, en los procesos culturales, la variable más constante es el movimiento.

 

Elissa Rashkin

 

[1] Germán List Arzubide, Propósito, Horizonte, 1, abril de 1926, p. 3.