Presentación
Balajú,
¡10 años!
Balajú
siendo guerrero
se
embarcó para guerrear
dijo
a su compañero:
—Vámonos
a navegar
a
ver quién llega primero
al
otro lado del mar…
Noviembre
de 2024 marca el décimo aniversario de esta revista digital ideada en el Centro
de Estudios de la Cultura y la Comunicación, entonces también en sus primeros
años de existencia como centro de investigación. Su primera directora, Celia
del Palacio Montiel, nos propuso el proyecto con todo y nombre, y desde
entonces ha conservado el aire marítimo que remite a las antiguas rutas que
conectaron la costa del Golfo de México con el Gran Caribe y con Europa, Asia y
África a través del Océano Atlántico. Por un lado, la revista ha promovido la
investigación local y regional, a contracorriente del centralismo que aún rige
en el ámbito académico de nuestro país; por otro lado, ha zarpado hacia rumbos
lejanos, conectándose con públicos en diversas partes de América Latina y el
mundo.
Gracias a las posibilidades que aportan la edición digital y las redes
de difusión, hemos logrado participar en el intercambio intelectual de manera
creativa e incluyente. Hay dificultades inherentes en un proceso editorial
llevado a cabo por un equipo mínimo con otras responsabilidades dentro y fuera
de la universidad: tropiezos no siempre comprendidos por quienes quizá nos
imaginen en otro tipo de instalaciones, con puestos de dedicación completa y
tecnología de la más actual… no obstante, pese a todo, seguimos publicando, manteniendo
el rigor académico, con el apoyo y la colaboración de la colectividad. Agradecemos,
en este sentido, a todas las personas que han participado en los procesos de
dictaminación, corrección de estilo, diseño y maquetación, así como a autores,
artistas visuales e integrantes del comité científico y del consejo editorial.
Agradecemos también a la Dirección Editorial de la Universidad Veracruzana (UV)
que hace posible la difusión de nuestra labor, y esperamos que en los próximos
diez años la revista siga creciendo en su alcance, interactividad y
profesionalismo como publicación siempre abierta a la innovación.
El número 21 pone a la vista la variedad que ha caracterizado a Balajú
desde el principio, por el ancho mar cultural y comunicacional en que se mueve
por vocación. Primero, Rodrigo
Zárate Moedano, Nuria Martínez Cabrera y Ricardo Braojos explican cómo un
proyecto de creación fílmica, en el marco de la alfabetización audiovisual
comunitaria, contribuye a la construcción de una cultura de paz frente al entorno
violento. Luego, Óscar Basave-Hernández examina la historia de unos géneros
músicales populares en Acapulco para retratar aquel puerto como punto fértil de
encuentro multicultural, a la vez que sus prácticas recreativas reflejan
desigualdades y generan, asimismo, nuevas divisiones. Por su parte, Alberto
Lira Hernández, en “Memoria y testimonio: abordaje del corrido desde la
literatura y la historia”, analiza el problema de las fuentes menos
tradicionales para el estudio del pasado; en este caso el corrido, género
musical asociado con épocas anteriores pero vigente hasta hoy (véase, por
ejemplo, Alfonso Colorado Hernández, “Pancho Villa, un siglo de corridos: de la
Revolución al México violento”, en Balajú 19). El autor argumenta la
utilidad de estas fuentes que son orales y escritas, tradicionales y populares,
prescribiendo el cotejo con otros documentos que permitan, en el conjunto, un
panorama más amplio.
En la segunda parte del
número, sin planearlo como tal, sopla un fuerte aire veracruzano. Indira
Sánchez López se acerca al mural de José Clemente Orozco, Revolución social,
pintado en 1926 en el actual palacio municipal de Orizaba: tesoro poco conocido
fuera de la entidad y ejemplo interesante de la temprana Escuela Mexicana de
Pintura en lugares no-céntricos del país. Irad Flores García y Cecilia del Mar
Zamudio Serrano comparten unas reflexiones sobre la arqueología en la UV a
través de entrevistas con Mario
Navarrete Hernández y Sara Ladrón de Guevara, cuyos testimonios revelan prácticas tácitas de
épocas pasadas, tanto de la política como de la disciplina y la institución en
cuestión. Semati Palmera Rodríguez Ríos ofrece un hermoso fotoensayo que
documenta el taller Xtsinat tukay,
en el Centro de Artes
Indígenas del Totonacapan, que muestra las
posibilidades de diálogo
entre la arqueología y el bordado como generador de reflexiones identitarias.
El número cierra con la reseña que hace Raciel D. Martínez Gómez de Periodismo
de frontera en América Latina. Violencias y desigualdades múltiples, de la
autoría de Celia del Palacio. Con eso cerramos como abrimos: volviendo al
origen de la revista y al contexto local que también es global y globalizado,
como un pequeño barco de papel que en realidad está hecho de pixeles, impulsos
eléctricos, que a pesar de las tempestades no deja de navegar.
¡Larga vida al mar y al
guerrero Balajú!
Elissa Rashkin